Al sur de la península, en Alosno, población perteneciente a la comarca onubense de El Andévalo, encontramos una muestra de folclore no muy habitual por aquellas tierras, que más parece asturleonesa que andaluza, por la música de gaita y tamboril que suena mientras se realiza el baile del Fandango Parao; danza que, casi nada, por no decir nada, a pesar del nombre, tiene que ver con el flamenco. Éste parece una especie de recreación, con danza, de una lucha entre dos bandos de "guerreros", finalizando el mismo con un abrazo de hermandad entre unos y otros, en lo que parece una danza ritual en toda regla. El Fandando Parao se practica en San Juan y, por tanto, con él queremos despedir el mes de junio en Iberia Mágica, mes de celebración de dicha festividad y, por ende, del Solsticio de Verano en el hemisferio norte. Que el verano que recientemente comenzó os sea propicio.
lunes, 30 de junio de 2014
La Peña Mujer y su ritual de fertilidad, Belillas-Angüés
En la comarca aragonesa de Hoya de Huesca, en Belillas -o Velillas en castellano-, población del municipio de Angüés, encontramos un ejemplo de piedra deslizante o piedra fariza, la conocida como Peña Mujer. Las mujeres, en busca de fertilidad, se deslizaban por la misma, en un ritual con el que encontramos un ejemplo más de significado mágico alrededor de la piedra, un elemento de sacralidad ancestral que ha perdurado con el paso de los siglos y milenios. En este mismo paraje se han ido sobreponiendo cultos y, así, nos encontramos con una necrópolis rupestre y las ruinas de una ermita, la de San Bartolomé.
*Fuente: Armando Biendicho
Esta roca de se encuentra en el término de Velillas (Huesca).La tradición oral cuenta que las mujeres con dificultad para tener descendencia, subían por esta roca (hay unos estribos en la parte posterior) y se deslizaban sobre el vientre de la roca para propiciar la fertilidad. Está próxima a los restos de la Ermita de San Bartolomé, dónde hay una pequeña necrópolis. El tema de las piedras y cuevas fecundantes en Aragón, ha sido bien estudiado por Manuel Benito (desgraciadamente ya fallecido) y Eugenio Monesma.
Peña Mujer. Foto: Armando Biendicho |
Se pueden apreciar los estribos para trepar por ella. Foto: Armando Biendicho |
*Fuente: Armando Biendicho
Esta roca de se encuentra en el término de Velillas (Huesca).La tradición oral cuenta que las mujeres con dificultad para tener descendencia, subían por esta roca (hay unos estribos en la parte posterior) y se deslizaban sobre el vientre de la roca para propiciar la fertilidad. Está próxima a los restos de la Ermita de San Bartolomé, dónde hay una pequeña necrópolis. El tema de las piedras y cuevas fecundantes en Aragón, ha sido bien estudiado por Manuel Benito (desgraciadamente ya fallecido) y Eugenio Monesma.
Ruinas de la cercana Ermita de San Bartolomé de Velillas. Foto: Armando Biendicho |
viernes, 27 de junio de 2014
Santuario celtíbero de El Mohorte, Garcinarro-El Valle de Altomira
Aprovechando la anterior publicación de la noticia del Templo celtíbero hallado en Garcinarro y realizando un hecho inaudito en este blog hasta el momento, que es autocitarme, traigo a continuación un artículo que realicé hace tiempo para la web Rutas y Leyendas -rutasyleyendas.com- tras mi visita a El Mohorte. El paraje es tan espectacular y con tal cantidad de manifestaciones cultuales de distintos periodos, que merece traer a Iberia Mágica la descripción de lo que pudimos ver en la visita de aquel día. Es de los lugares más espectaculares y estremecedores, desde un punto de vista de sacralidad ancestral, que haya visitado nunca.
El texto está ilustrado con las fotografías que hizo aquel día mi buen amigo Edy García.
*Fuente: Antonio Morales Valor - rutasyleyendas.com
Este lugar, como tantos otros de esta dimensión, reposa en el olvido. Pero el Valle de Altomira encierra un pasado que está por descubrir. Sus rocas son las hojas de un libro abierto a la espera de ser leídas o, más bien, de ser estudiadas, pues aún falta en el santuario celtibérico de Mohorte un estudio arqueológico en profundidad, como en tantos otros sitios.
Desde que dejamos atrás Garcinarro, por la carretera de Buendía, nos acompaña a nuestra derecha una elevación rocosa en paralelo a la propia vía. A poco más de dos kilómetros, a nuestra diestra, encontramos una pequeña explanada que se interna y se estrecha, poco a poco, en dicho promontorio a modo de pasillo que lo cruza; el sugerente paraje es conocido como Fuente del Pozo, donde mana un arroyo conocido como Manantial de Santa Ana. El viajero se dará cuenta de que existe un pequeño merendero y, si no lleva ninguna idea predeterminada del lugar, además de que sus sentidos, sobre todo los más trascendentes, estén bien despiertos, seguramente averiguará que aquel paraje es algo más que un bonito lugar donde hacer parada y disfrutar del bello paisaje que configura aquel solitario valle.
Continuando, ya que estamos en la Alcarria, con el viajero como protagonista, diremos que a éste le llama poderosamente la atención una gran roca que se eleva sobre el enclave y que parece tener forma de cabeza de serpiente; es más, si se le echa un poco más de imaginación, se puede contemplar el resto del alargado cuerpo del reptil enroscado bajo su cabeza. Sin que ello no sea poco, más bien todo lo contrario, no pasaría de ser un curioso capricho de la naturaleza, que ya sabemos que es el más imitado de los artistas, sino fuera porque bajo dicha “cabeza de serpiente”, a los pies de este promontorio, se encuentra una roca labrada de forma artificial que el viajero rápidamente identifica con otros altares rupestres prerromanos que, en la llamada “piel de toro” por el insigne Estrabón, existen en buen número. La factura humana queda claramente patente a través de unos orificios circulares que atraviesan la roca en su parte inferior y siete peldaños que suben hacia una especie de asiento en forma de trono. También son distinguibles una especie de canalillos, tan típicos en estas manifestaciones sacras, y que, se cuenta, servían para conducir la sangre de las víctimas ofrecidas en sacrificio, de ahí que sean conocidos como “altares de sacrificios”. El viajero, conmovido por su descubrimiento, decide inspeccionar todo el paraje de la Fuente del Pozo y se percata de alguna que otra cueva artificial que le recuerdan a aquellas usadas en la lejana Alta Edad Media por los solitarios y místicos eremitas, aunque ¿quién sabe?, quizás pudieron ser también refugio de los antecesores de éstos por aquellos pagos: los oficiantes de los rituales de este santuario “de la serpiente” y que han pasado a ser conocidos en la posteridad, por denominación grecorromana, como los druidas, aquellos magos, sacerdotes, sabios, jueces, médicos y adivinos, entre otras cosas, del mundo celta.
Haciendo honor a éste sobrenombre que hemos aplicado al santuario, el viajero movido por la infinita curiosidad que el lugar le produce ha subido hasta la roca en forma de cabeza de serpiente, entre otras cosas para contemplar una imponente estampa del paraje y del valle, con la sierra de Altomira –conocida con el tétrico nombre de Sierra de Degollados en este tramo de cordel- cerrando el escenario hacia poniente. Una vez en lo alto de la “cabeza” descubre que ésta se encuentra infinitamente horadada con múltiples cazoletas, lo que le produce aún mayor sobrecogimiento ante la magnitud que intuye pudo tener aquel santuario.
Todo esto se acrecienta cuando emprende la búsqueda de los restos del antiguo poblado medieval de Mohorte –del que toma nombre todo el paraje- y se topa con gran número de tumbas antropomorfas medievales diseminadas sobre el promontorio rocoso en una distancia de algo más de cinco kilómetros que se extiende, de Sur a Norte, con el santuario celtibérico protagonista a mitad de camino, desde el propio Garcinarro hasta la Ermita de Santiago de Jabalera. En todo este recorrido, aparte del gran número de tumbas rupestres citadas, el viajero dará cuenta de un buen grupo de cazoletas en la Peña Alta –a apenas a un kilómetro al norte de Garcinarro, en un punto intermedio entre Garcinarro y el propio santuario celtibérico- y que constituye un imponente mirador sobre el Valle de Altomira; más adelante, volviendo al propio santuario donde el viajero dejó su vehículo, y muy cerca ya del mismo, se encontrará con el conocido como El Corral de los Moros, un sorprendente y ciclópeo refugio excavado en la roca, de origen celtibérico, según se dice, a pesar del nombre y que ha sido utilizado posteriormente como encerradero de ganado. Y lo más sorprendente, apreciable en la parte baja del promontorio hacia el valle y visible desde la carretera, en varios tramos de todo este recorrido, el viajero observa la existencia de una especie de hornacinas distribuidas en varios grupos que más bien parece pudieron tener un uso cultual, pues no imagina ningún posible uso práctico de las mismas, habiendo llegado a especular incluso algunos autores que bien pudieron ser el lugar de exposición para las cabezas cortadas en los sacrificios efectuados en el Santuario de Mohorte, el que hemos calificado “como de la serpiente” por la gran roca que lo preside y que ha llegado a ser relacionado con el dios Taranis, pues ya se sabe que a esta divinidad se le asociaba este ofidio, entre otros animales.
Volviendo al abandono de la población medieval de Mohorte y al gran número de tumbas antropomorfas, se llegó a creer que esto pudo suceder por el gran brote de peste bubónica que asoló Europa durante el siglo XIV, de ahí la abundancia de tumbas dispersas en todo el paraje; pero la gran laboriosidad y tiempo empleado que requieren la construcción de las mismas parecen desechar esta hipótesis ante la urgencia de dar sepultura ante un acontecimiento de este tipo, por lo que ahí queda abierta la incógnita sobre esta misteriosa necrópolis diseminada en toda esta gran extensión existente en Altomira.
Esperemos que la experiencia de nuestro viajero protagonista sirva para incitar nuevas aventuras a esos amantes de lo ancestral, pues esto simplemente es un pequeño resumen del gran número de testimonios del pasado que aquel territorio encierra.
El texto está ilustrado con las fotografías que hizo aquel día mi buen amigo Edy García.
*Fuente: Antonio Morales Valor - rutasyleyendas.com
Este lugar, como tantos otros de esta dimensión, reposa en el olvido. Pero el Valle de Altomira encierra un pasado que está por descubrir. Sus rocas son las hojas de un libro abierto a la espera de ser leídas o, más bien, de ser estudiadas, pues aún falta en el santuario celtibérico de Mohorte un estudio arqueológico en profundidad, como en tantos otros sitios.
Desde que dejamos atrás Garcinarro, por la carretera de Buendía, nos acompaña a nuestra derecha una elevación rocosa en paralelo a la propia vía. A poco más de dos kilómetros, a nuestra diestra, encontramos una pequeña explanada que se interna y se estrecha, poco a poco, en dicho promontorio a modo de pasillo que lo cruza; el sugerente paraje es conocido como Fuente del Pozo, donde mana un arroyo conocido como Manantial de Santa Ana. El viajero se dará cuenta de que existe un pequeño merendero y, si no lleva ninguna idea predeterminada del lugar, además de que sus sentidos, sobre todo los más trascendentes, estén bien despiertos, seguramente averiguará que aquel paraje es algo más que un bonito lugar donde hacer parada y disfrutar del bello paisaje que configura aquel solitario valle.
Continuando, ya que estamos en la Alcarria, con el viajero como protagonista, diremos que a éste le llama poderosamente la atención una gran roca que se eleva sobre el enclave y que parece tener forma de cabeza de serpiente; es más, si se le echa un poco más de imaginación, se puede contemplar el resto del alargado cuerpo del reptil enroscado bajo su cabeza. Sin que ello no sea poco, más bien todo lo contrario, no pasaría de ser un curioso capricho de la naturaleza, que ya sabemos que es el más imitado de los artistas, sino fuera porque bajo dicha “cabeza de serpiente”, a los pies de este promontorio, se encuentra una roca labrada de forma artificial que el viajero rápidamente identifica con otros altares rupestres prerromanos que, en la llamada “piel de toro” por el insigne Estrabón, existen en buen número. La factura humana queda claramente patente a través de unos orificios circulares que atraviesan la roca en su parte inferior y siete peldaños que suben hacia una especie de asiento en forma de trono. También son distinguibles una especie de canalillos, tan típicos en estas manifestaciones sacras, y que, se cuenta, servían para conducir la sangre de las víctimas ofrecidas en sacrificio, de ahí que sean conocidos como “altares de sacrificios”. El viajero, conmovido por su descubrimiento, decide inspeccionar todo el paraje de la Fuente del Pozo y se percata de alguna que otra cueva artificial que le recuerdan a aquellas usadas en la lejana Alta Edad Media por los solitarios y místicos eremitas, aunque ¿quién sabe?, quizás pudieron ser también refugio de los antecesores de éstos por aquellos pagos: los oficiantes de los rituales de este santuario “de la serpiente” y que han pasado a ser conocidos en la posteridad, por denominación grecorromana, como los druidas, aquellos magos, sacerdotes, sabios, jueces, médicos y adivinos, entre otras cosas, del mundo celta.
Haciendo honor a éste sobrenombre que hemos aplicado al santuario, el viajero movido por la infinita curiosidad que el lugar le produce ha subido hasta la roca en forma de cabeza de serpiente, entre otras cosas para contemplar una imponente estampa del paraje y del valle, con la sierra de Altomira –conocida con el tétrico nombre de Sierra de Degollados en este tramo de cordel- cerrando el escenario hacia poniente. Una vez en lo alto de la “cabeza” descubre que ésta se encuentra infinitamente horadada con múltiples cazoletas, lo que le produce aún mayor sobrecogimiento ante la magnitud que intuye pudo tener aquel santuario.
Todo esto se acrecienta cuando emprende la búsqueda de los restos del antiguo poblado medieval de Mohorte –del que toma nombre todo el paraje- y se topa con gran número de tumbas antropomorfas medievales diseminadas sobre el promontorio rocoso en una distancia de algo más de cinco kilómetros que se extiende, de Sur a Norte, con el santuario celtibérico protagonista a mitad de camino, desde el propio Garcinarro hasta la Ermita de Santiago de Jabalera. En todo este recorrido, aparte del gran número de tumbas rupestres citadas, el viajero dará cuenta de un buen grupo de cazoletas en la Peña Alta –a apenas a un kilómetro al norte de Garcinarro, en un punto intermedio entre Garcinarro y el propio santuario celtibérico- y que constituye un imponente mirador sobre el Valle de Altomira; más adelante, volviendo al propio santuario donde el viajero dejó su vehículo, y muy cerca ya del mismo, se encontrará con el conocido como El Corral de los Moros, un sorprendente y ciclópeo refugio excavado en la roca, de origen celtibérico, según se dice, a pesar del nombre y que ha sido utilizado posteriormente como encerradero de ganado. Y lo más sorprendente, apreciable en la parte baja del promontorio hacia el valle y visible desde la carretera, en varios tramos de todo este recorrido, el viajero observa la existencia de una especie de hornacinas distribuidas en varios grupos que más bien parece pudieron tener un uso cultual, pues no imagina ningún posible uso práctico de las mismas, habiendo llegado a especular incluso algunos autores que bien pudieron ser el lugar de exposición para las cabezas cortadas en los sacrificios efectuados en el Santuario de Mohorte, el que hemos calificado “como de la serpiente” por la gran roca que lo preside y que ha llegado a ser relacionado con el dios Taranis, pues ya se sabe que a esta divinidad se le asociaba este ofidio, entre otros animales.
Volviendo al abandono de la población medieval de Mohorte y al gran número de tumbas antropomorfas, se llegó a creer que esto pudo suceder por el gran brote de peste bubónica que asoló Europa durante el siglo XIV, de ahí la abundancia de tumbas dispersas en todo el paraje; pero la gran laboriosidad y tiempo empleado que requieren la construcción de las mismas parecen desechar esta hipótesis ante la urgencia de dar sepultura ante un acontecimiento de este tipo, por lo que ahí queda abierta la incógnita sobre esta misteriosa necrópolis diseminada en toda esta gran extensión existente en Altomira.
Esperemos que la experiencia de nuestro viajero protagonista sirva para incitar nuevas aventuras a esos amantes de lo ancestral, pues esto simplemente es un pequeño resumen del gran número de testimonios del pasado que aquel territorio encierra.
Templo de época celtíbera en El Mohorte, Garcinarro - El Valle de Altomira
Nos acercamos hace más de cuatro años, en este blog, al paraje conocido como El Mohorte, en Garcinarro, perteneciente a El Valle de Altomira, municipio alcarreño, para hablar de un santuario celtíbero al aire libre, que se cree rendía culto a la serpiente. Hoy volvemos a aquel lugar para hacernos eco de la reciente noticia de excavación que se ha producido en un punto cercano, junto a unas rocas labradas que, claramente, se deducía escondían algún interesante secreto. Y así ha sido, pues en una excavación arqueológica iniciada en diciembre de 2013 y finalizada en mayo de 2014, se han hallado una serie de estructuras cuadrangulares y comunicadas entre sí mediante un pasillo que han sido interpretadas como un Templo de la Edad del Hierro. Existen en él una serie de hornacinas que bien pudieran ser espacios para ofrendas.
*Fuente: Jonatan López, latribunadecuenca.es
Se trata de un yacimiento multifásico que está ubicado en una zona crucial para el control visual y de vías de comunicación. Está localizado en lo alto de un cerro cuyo frente occidental resulta casi inaccesible. En un primer momento se documentó una ocupación de la Edad de Hierro, momento en el que se inició una excavación en la roca natural que descubrió tres estancias de morfología cuadrangular y amplias dimensiones, e intercomunicadas entre sí mediante un pasillo retallado en el farallón rocoso.
«Lo novedoso y espectacular es la monumentalidad del yacimiento», dice Miguel Ángel Valero, arqueólogo responsable de la excavación, quien explica que hace 2.400 años las gente excavó este edificio singular. «Un santuario con varios elementos de ofrenda y acumulación de alimentos», dice el arqueólogo. La estancia está conservada en óptimas condiciones, gracias a la techumbre del edificio, probablemente de madera, que se cayó sobre el 350 a.C.
Valero revela que un siglo más tarde, cerca del año 600 de nuestra Era y en época visigoda, fue utilizado «como eremitorio. Un lugar de recogimiento de los eremitas, vinculados al monasterio servitano de Cañaveruelas que está muy cerca».
El equipo de excavación ha encontrado numerosos objetos de diversas épocas. Valero explica que hay objetos que no están enteros, «se han abandonado y lo que quedan son fragmentos. Hay fíbulas, elementos de adorno de época ibérica, muchísima cerámica y elementos de época visigoda», asegura el arqueólogo, que apunta que se continuará con un proyecto de investigación».
latribunadecuenca.es |
*Fuente: Jonatan López, latribunadecuenca.es
Se trata de un yacimiento multifásico que está ubicado en una zona crucial para el control visual y de vías de comunicación. Está localizado en lo alto de un cerro cuyo frente occidental resulta casi inaccesible. En un primer momento se documentó una ocupación de la Edad de Hierro, momento en el que se inició una excavación en la roca natural que descubrió tres estancias de morfología cuadrangular y amplias dimensiones, e intercomunicadas entre sí mediante un pasillo retallado en el farallón rocoso.
«Lo novedoso y espectacular es la monumentalidad del yacimiento», dice Miguel Ángel Valero, arqueólogo responsable de la excavación, quien explica que hace 2.400 años las gente excavó este edificio singular. «Un santuario con varios elementos de ofrenda y acumulación de alimentos», dice el arqueólogo. La estancia está conservada en óptimas condiciones, gracias a la techumbre del edificio, probablemente de madera, que se cayó sobre el 350 a.C.
Valero revela que un siglo más tarde, cerca del año 600 de nuestra Era y en época visigoda, fue utilizado «como eremitorio. Un lugar de recogimiento de los eremitas, vinculados al monasterio servitano de Cañaveruelas que está muy cerca».
El equipo de excavación ha encontrado numerosos objetos de diversas épocas. Valero explica que hay objetos que no están enteros, «se han abandonado y lo que quedan son fragmentos. Hay fíbulas, elementos de adorno de época ibérica, muchísima cerámica y elementos de época visigoda», asegura el arqueólogo, que apunta que se continuará con un proyecto de investigación».
Los danzantes y el paloteo ampudiano, Ampudia
Continuamos en Castilla, en Tierra de Campos, para acercarnos a Ampudia. Allí, como en otros muchos lugares ibéricos, existe una danza de paloteo que nos trae el recuerdo de tiempos bien lejanos. Es mucho lo que se ha especulado sobre el origen de estas danzas, desde que pudieran provenir de danzas guerreras, de ritmos ancestrales e incluso, como se dice en la fuente que aportamos, de adoraciones a divinidades de carácter femenino, relacionados, por tanto, con el lejano culto a la Madre Tierra.
Es una maravilla que todavía sobreviva este patrimonio histórico-cultural que nos conecta con nuestros antepasados, unas personas que estaban mucho más en conexión, que nosotros, con la Naturaleza y sus ciclos, aunque quizás no haya que irse muy atrás en el tiempo para encontrar dicha conexión, a día de hoy tristemente perdida.
*Fuente: ampudia.es
De todas las expresiones folclóricas que han sobrevivido hasta nuestros días, quizá sean las danzas y bailes lo más representativo. Sin duda son lo más atractivo, lo más sugestivo y lo que expresa mejor y más sinceramente el alma popular. El folklore más típico de Ampudia es el paloteo, compuesto por una antigua y vistosa danza y el fuerte paloteo, propiamente dicho.
El origen de estos bailes, es difícil de precisar. Desde hace siglos se conservan estas expresiones que nos hablan de guerras y luchas, o quizás de ritmos ancestrales; tal vez de cofradías y gremios, pero, sin lugar a dudas, paganos.
[...] Atuendo: La procedencia de este colorido y vistoso traje (común, en la esencia, a todos los danzantes de Castilla y León), de apariencia femenina (no olvidemos que estos bailes los realizaban antiguamente solo los mozos del lugar), ha llevado a algún estudioso a considerar estas danzas como una reminiscencia de primitivos cultos a divinidades femeninas.
Es una maravilla que todavía sobreviva este patrimonio histórico-cultural que nos conecta con nuestros antepasados, unas personas que estaban mucho más en conexión, que nosotros, con la Naturaleza y sus ciclos, aunque quizás no haya que irse muy atrás en el tiempo para encontrar dicha conexión, a día de hoy tristemente perdida.
paloteodeampudia.blogspot.com |
*Fuente: ampudia.es
De todas las expresiones folclóricas que han sobrevivido hasta nuestros días, quizá sean las danzas y bailes lo más representativo. Sin duda son lo más atractivo, lo más sugestivo y lo que expresa mejor y más sinceramente el alma popular. El folklore más típico de Ampudia es el paloteo, compuesto por una antigua y vistosa danza y el fuerte paloteo, propiamente dicho.
El origen de estos bailes, es difícil de precisar. Desde hace siglos se conservan estas expresiones que nos hablan de guerras y luchas, o quizás de ritmos ancestrales; tal vez de cofradías y gremios, pero, sin lugar a dudas, paganos.
[...] Atuendo: La procedencia de este colorido y vistoso traje (común, en la esencia, a todos los danzantes de Castilla y León), de apariencia femenina (no olvidemos que estos bailes los realizaban antiguamente solo los mozos del lugar), ha llevado a algún estudioso a considerar estas danzas como una reminiscencia de primitivos cultos a divinidades femeninas.
jueves, 26 de junio de 2014
Fiesta de Las Móndidas y el Solsticio, San Pedro Manrique
Hasta el momento, estos días, no habíamos hablado nada sobre la reciente celebración del Solsticio, en este caso del Solsticio de verano en el hemisferio norte, en el que se encuentra nuestra Península Ibérica. Como cada año, aunque unos días con retraso, traemos una manifestación más alrededor de esta ancestral celebración y, además, nos acercamos a una población que ya mencionamos en relación a estos festejos, San Pedro Manrique, en la comarca soriana de Tierras Altas. En la anterior ocasión hablamos de El Paso del Fuego, que se celebra la noche de San Juan y en ésta lo hacemos de Las Móndidas, justo al día siguiente, el 24 de junio, día de San Juan.
Tres muchachas son ataviadas con ropajes claros y coloridos, con unos cestos en la cabeza, y pasean por las calles de San Pedro Manrique hasta la Ermita de la Virgen de la Peña. Según Joan Corominas la palabra móndida viene de mundus, que significa limpio, elegante, aunque también de la posible alteración de móndiga, que significa virgen. Hay autores que ven claramente un origen pagano de culto a la fertilidad y muy relacionado, además, con los cultos a la diosa Ceres y otros, a buen seguro, más lejanos.
*Fuente: sanpedromanrique.es
El día de San Juan, en esta madrugada en que las móndidas actúan de sacerdotisas, han sustituido la teja por el cestaño, del que se destaca el rollo o roscón, y de él, el arbujuelo, pequeño árbol que va recubierto de masa de pan sin sal, y coloreado de azafrán, la mantilla está también sustituida por un mantón de Manila o de “ramos” encarnado, y la falda azul por enagüilla de pico y puntilla”.
Luego irán hasta la ermita del Humilladero, ofrecerán el arbujuelo, se desprenderán del cestaño y recitarán ante la Corporación las célebres cuartetas, poemas sencillos y toscos, pero frescos y dulces en el oido. Baile de la jota con los concejales y alcalde de la villa, tonos de dulzaina y mucha emoción, completan el día de las “móndidas”.
También en esta antigua fiesta encontramos los orígenes poco claros, remontándose desde el culto pagano a Ceres, o a tradición celtíbera, o a los dioses romanos; en cualquier caso, de nuevo es retomado por el Cristianismo, y se adapta a los tiempos modernos, llegando a su actual estado.
Sí es evidente que hay una ligazón con la cosecha, la comida, el campo, la vida rural y tradicional, y no precisamente unida a la fiesta del paso del fuego pese a la proximidad de las fechas.
Tres muchachas son ataviadas con ropajes claros y coloridos, con unos cestos en la cabeza, y pasean por las calles de San Pedro Manrique hasta la Ermita de la Virgen de la Peña. Según Joan Corominas la palabra móndida viene de mundus, que significa limpio, elegante, aunque también de la posible alteración de móndiga, que significa virgen. Hay autores que ven claramente un origen pagano de culto a la fertilidad y muy relacionado, además, con los cultos a la diosa Ceres y otros, a buen seguro, más lejanos.
studyinspain.info |
*Fuente: sanpedromanrique.es
El día de San Juan, en esta madrugada en que las móndidas actúan de sacerdotisas, han sustituido la teja por el cestaño, del que se destaca el rollo o roscón, y de él, el arbujuelo, pequeño árbol que va recubierto de masa de pan sin sal, y coloreado de azafrán, la mantilla está también sustituida por un mantón de Manila o de “ramos” encarnado, y la falda azul por enagüilla de pico y puntilla”.
Luego irán hasta la ermita del Humilladero, ofrecerán el arbujuelo, se desprenderán del cestaño y recitarán ante la Corporación las célebres cuartetas, poemas sencillos y toscos, pero frescos y dulces en el oido. Baile de la jota con los concejales y alcalde de la villa, tonos de dulzaina y mucha emoción, completan el día de las “móndidas”.
También en esta antigua fiesta encontramos los orígenes poco claros, remontándose desde el culto pagano a Ceres, o a tradición celtíbera, o a los dioses romanos; en cualquier caso, de nuevo es retomado por el Cristianismo, y se adapta a los tiempos modernos, llegando a su actual estado.
Sí es evidente que hay una ligazón con la cosecha, la comida, el campo, la vida rural y tradicional, y no precisamente unida a la fiesta del paso del fuego pese a la proximidad de las fechas.
miércoles, 25 de junio de 2014
La Dama de los Montes de Toledo, San Martín de Montalbán
Gracias a una publicación de María Carmen Edlin Ortiz, he conocido la existencia de la escultura conocida como La Dama de los Montes de Toledo, pues se halló en el municipio de San Martín de Montalbán, en plenos Montes de Toledo. Desconozco el tamaño de la estatuilla, pero a través de la imagen que aporto a la ficha, no parece de gran tamaño, lo que me hace creer que pudiera ser un exvoto; el gran tamaño de su mano izquierda me hace decantarme más aún por esta posibilidad. En la mano derecha parece levantar un torque, círculos concéntricos, y en su cabeza tiene tres figuras circulares también concéntricas, lo que hace barajar la posibilidad de que quizás nos encontremos ante la representación de una diosa.
Poca información he encontrado más allá de la que aporto, así que agradezco cualquier colaboración al respecto.
*Fuente: María Carmen Edlin Ortiz
Al sur de Toledo en el término de San Martín de Montalbán se sabe que estuvo habitado por una población de origen celta, en concreto, los Carpetanos, y debía tener cierta importancia ya que existen varios asentamientos y viviendas subterráneas en la zona. Aquí se encontró una estatuilla llamada “La Dama de los Montes de Toledo”, de adscripción celta por su forma fría e inmutable y la utilización de los tres círculos concéntricos en la cabeza. Seguramente es la representación de una diosa celta.
Poca información he encontrado más allá de la que aporto, así que agradezco cualquier colaboración al respecto.
María Carmen Edlin Ortiz |
*Fuente: María Carmen Edlin Ortiz
Al sur de Toledo en el término de San Martín de Montalbán se sabe que estuvo habitado por una población de origen celta, en concreto, los Carpetanos, y debía tener cierta importancia ya que existen varios asentamientos y viviendas subterráneas en la zona. Aquí se encontró una estatuilla llamada “La Dama de los Montes de Toledo”, de adscripción celta por su forma fría e inmutable y la utilización de los tres círculos concéntricos en la cabeza. Seguramente es la representación de una diosa celta.
lunes, 23 de junio de 2014
El ara de Epona de ¿Isturgi?, Andújar
Gracias a Daniel Salmador, he conocido la existencia del ara o altar romano dedicado a la diosa Epona hallado en Andújar y, que según se dice, podría provenir de Isturgi, la antigua ciudad íbero-romana de Los Villares, yacimiento arqueológico que se encuentra en el propio término municipal de Andújar. En el ara aparece la representación de un equino, de lo que parece ser un mulo, pues los équidos eran los animales asociados o consagrados a esta antigua divinidad céltica tan extendida, en tiempos de Roma, por todo el imperio, siendo la diosa predilecta sobre todo de los legionarios. Está datado entre finales del siglo I y principios del siglo II d. C.
*Fuente: La diosa Epona en la Península Ibérica. Una revisión crítica - Liborio Hernández Guerra.
Altar de época romana dedicado a la diosa Epona, de Andújar (Jaén, Andalucía), S.I-II, con el relieve de lo que se considera un mulo. "Este altar votivo demuestra que el núcleo de su culto se centra en la Celtiberia con extensión hacia el oeste y es posible que las explotaciones mineras puedan ofrecer la explicación de la veneración a la diosa en Sierra Morena. Por el texto, el tipo de monumento y la paleografía podría datarse entre finales del siglo I y principios del siglo II d.C. Satrius, tal vez, fuera un criador de tal especie equina.
Foto: Hispania Epigraphica |
*Fuente: La diosa Epona en la Península Ibérica. Una revisión crítica - Liborio Hernández Guerra.
Altar de época romana dedicado a la diosa Epona, de Andújar (Jaén, Andalucía), S.I-II, con el relieve de lo que se considera un mulo. "Este altar votivo demuestra que el núcleo de su culto se centra en la Celtiberia con extensión hacia el oeste y es posible que las explotaciones mineras puedan ofrecer la explicación de la veneración a la diosa en Sierra Morena. Por el texto, el tipo de monumento y la paleografía podría datarse entre finales del siglo I y principios del siglo II d.C. Satrius, tal vez, fuera un criador de tal especie equina.
sábado, 21 de junio de 2014
Los Hombres de Musgo, Béjar
Hace dos días fue jueves de Corpus Christi, una celebración católica, instituida por el papa Urbano IV en 1263, y que aglutina otros muchos festejos de claro tinte precristiano o pagano. Así ocurre con el caso que hoy nos ocupa, el de los Hombres de Musgo de Béjar. Según cuenta la leyenda actual, los bejaranos cristianos, para "reconquistar" la ciudad de Béjar, inspirados por la Virgen, se camuflaron con musgo y de tal forma se acercaron al amanecer a las murallas de Béjar, en tiempos de Alfonso VII de León -siglo XII-, asustando a los musulmanes que ocupaban la ciudad, tan bejaranos como los primeros, con lo que "reconquistaron" la ciudad. Tras esta pueril leyenda se esconde un ritual, que ha sido absorbido por el festejo católico (se celebra el domingo de Corpus, posterior al jueves de Corpus Christi) y despojado de gran parte de su naturaleza, pero que tanto nos recuerda a otros disfraces, como los de La Vijanera en Cantabria, aunque esta última sea una mascarada invernal y no primaveral, o casi veraniega, como la que nos ocupa. Es posible que los Hombres de Musgo provengan de esas mismas mascaradas invernales que vienen siendo un canto a la llegada de la primavera y la salida de la estación oscura y que haya sido desplazada de su momento de celebración original, como ha pasado con otros muchos festejos aglutinados alrededor del Corpus Christi. Otra costumbre, que se ha sumado a la celebración del Corpus Christi en Béjar, es la de cubrir las calles con tomillo y ser recogido, con posterioridad a la celebración de la procesión, por los vecinos, pues se entiende que posee a partir de ese momento un poder ahuyentador de los rayos de las tormentas, es decir, un poder protector, algo muy común también en rituales ancestrales relacionados con los poderes mágicos de ciertas plantas.
Sea así o no, en relación a los Hombres de Musgo, sus aspecto nos delata un origen mucho más lejano al propio de la leyenda que hemos mencionado. Quede ahí nuestra elucubración y, si fuera necesario, pueda abrir, también, debate.
*Fuente: i-bejar.com
"Al venir el día, los centinelas abrieron la puertas de las murallas por donde entraron los cristianos. Los moros creyeron que eran alimañas o monstruos y salieron corriendo. Al darse cuenta que no lo eran, gritaron ¡traición, traición!", según cuenta la tradición oral bejarana, recogida con posterioridad por los historiadores municipales.
Desde ese día, la puerta por la cual se introdujeron los cristianos y reconquistaron Béjar se le dio el nombre de Puerta de la traición. Otras versiones afirman que los hechos sucedieron un 17 de junio, que coincide con Santa Marina, en honor de la cual se construyó una ermita en la finca de La Centena. Los cristianos se apoderaron de la ciudad expulsando a los musulmanes. Desde entonces, el pueblo de Béjar recordó la hazaña año tras año hasta que en el siglo XIV se fundió esta celebración con la del Corpus Christi.
La otra tradición pagana que recuerda la fiesta religiosa es la de recubrir la calles con tomillo haciendo una auténtica alfombra por donde pasa la procesión, quedando todo este tomillo bendecido al paso del Santísimo. Posteriormente, las gentes lo recogían por la creencia de que este ahuyentaba los rayos de las tormentas.
Sea así o no, en relación a los Hombres de Musgo, sus aspecto nos delata un origen mucho más lejano al propio de la leyenda que hemos mencionado. Quede ahí nuestra elucubración y, si fuera necesario, pueda abrir, también, debate.
i-bejar.com |
*Fuente: i-bejar.com
"Al venir el día, los centinelas abrieron la puertas de las murallas por donde entraron los cristianos. Los moros creyeron que eran alimañas o monstruos y salieron corriendo. Al darse cuenta que no lo eran, gritaron ¡traición, traición!", según cuenta la tradición oral bejarana, recogida con posterioridad por los historiadores municipales.
Desde ese día, la puerta por la cual se introdujeron los cristianos y reconquistaron Béjar se le dio el nombre de Puerta de la traición. Otras versiones afirman que los hechos sucedieron un 17 de junio, que coincide con Santa Marina, en honor de la cual se construyó una ermita en la finca de La Centena. Los cristianos se apoderaron de la ciudad expulsando a los musulmanes. Desde entonces, el pueblo de Béjar recordó la hazaña año tras año hasta que en el siglo XIV se fundió esta celebración con la del Corpus Christi.
La otra tradición pagana que recuerda la fiesta religiosa es la de recubrir la calles con tomillo haciendo una auténtica alfombra por donde pasa la procesión, quedando todo este tomillo bendecido al paso del Santísimo. Posteriormente, las gentes lo recogían por la creencia de que este ahuyentaba los rayos de las tormentas.
lunes, 16 de junio de 2014
Origen precristiano del Santuario del Castellar, Villarrubia de Santiago
A cinco kilómetros de Villarrubia de Santiago, en un cortado sobre el río Tajo, y en el límite norte de la comarca de La Mesa de Ocaña, que tanto hemos traído a este blog últimamente gracias al trabajo investigador de Antonio Martín Asperilla, se encuentra la Ermita o Santuario de la Virgen del Castellar. El propio topónimo Castellar nos pone sobre la pista de que este enclave ya pudo ser habitado en tiempos mucho más antiguos que en los que se dice se construyó la actual ermita -siglo XIX-; parte del propio material constructivo, que parece reutilizado, la propia Virgen del Castellar, de aspecto tardorrománico y la existencia de un yacimiento arqueológico de la Edad del Hierro que fue destrozado durante la construcción del hotel existente junto al santuario, nos indican que aquel lugar, hoy en día bastante solitario, pese a dicho hotel, fue bastante frecuentado desde tiempos bien lejanos. No obstante, bajo el actual altar de la ermita se dice existe una cueva que, a buen seguro, pudo ser un lugar de culto a antiguas divinidades en conexión con los antiguos cultos de la Madre Tierra y también eremitorio medieval, así, en estos parajes se encuentran de los pocos eremitorios conocidos en la comarca, además de la existencia de aguas medicinales que, en su momento, fueron recomendadas por el propio Ramón y Cajal; un elemento -aguas curativas- que, en muchas ocasiones, era motivo de sacralización. A todo esto hay que sumarle la propia simbología que reúne la Virgen del Catellar. Pero dejemos que Antonio nos cuente.
*Fuente: Antonio Martín Asperilla en la presentación de su Guía Mágica La Mesa de Ocaña en Villarrubia de Santiago, 7 de junio de 2014
Se piensa que debajo del Santuario de El Castellar pudo haber un templo dedicado a una diosa antigua. La Virgen, la Madre de Dios, la Virgen cristiana, es claramente una identificación de la Gran Madre, que era desde tiempos prehistóricos una forma de llamar a la Tierra. La simbología que encierra la Virgen del Castellar enraiza mucho con las imágenes que tenemos de las antiguas diosas de épocas ancestrales. La imagen de las antiguas vírgenes sentadas, viene de las representaciones de Isis y Horus, y la Virgen del Castellar, también es una virgen sedente. En la Edad Media hubo una vuelta, otra vez muy importante, al culto a la Gran Madre, a la Madre Tierra. Como no se podía hablar, abiertamente, de este culto, lo que hicieron fue extrapolar a la Gran Madre con la Virgen María y la dieron sus mismos atributos. Perséfone, como la Virgen del Castellar, también lleva una granada en la mano, como símbolo de poder. Perséfone era la reina del inframundo, la esposa de Hades, pero también era la diosa de la agricultura y sus cultos comenzaban y terminaban, como la Virgen del Castellar, al principio de la primavera y el final del verano.
El Castellar visto desde el valle del río Tajo - pueblos-espana.org |
*Fuente: Antonio Martín Asperilla en la presentación de su Guía Mágica La Mesa de Ocaña en Villarrubia de Santiago, 7 de junio de 2014
Se piensa que debajo del Santuario de El Castellar pudo haber un templo dedicado a una diosa antigua. La Virgen, la Madre de Dios, la Virgen cristiana, es claramente una identificación de la Gran Madre, que era desde tiempos prehistóricos una forma de llamar a la Tierra. La simbología que encierra la Virgen del Castellar enraiza mucho con las imágenes que tenemos de las antiguas diosas de épocas ancestrales. La imagen de las antiguas vírgenes sentadas, viene de las representaciones de Isis y Horus, y la Virgen del Castellar, también es una virgen sedente. En la Edad Media hubo una vuelta, otra vez muy importante, al culto a la Gran Madre, a la Madre Tierra. Como no se podía hablar, abiertamente, de este culto, lo que hicieron fue extrapolar a la Gran Madre con la Virgen María y la dieron sus mismos atributos. Perséfone, como la Virgen del Castellar, también lleva una granada en la mano, como símbolo de poder. Perséfone era la reina del inframundo, la esposa de Hades, pero también era la diosa de la agricultura y sus cultos comenzaban y terminaban, como la Virgen del Castellar, al principio de la primavera y el final del verano.
domingo, 15 de junio de 2014
Protección ritual de la muralla del Puig de la Nau, Benicarló
No sabemos si los restos de huesos infantiles de la muralla del poblado íbero del Puig de la Nau -según se dice la ciudad de Histra de los ilerkavones-, en Benicarló, municipio del Bajo Maestrazgo, provinieron de un sacrificio humano infantil o, a modo de protección del poblamiento, se utilizaron los huesos de un niño fallecido por causas naturales o de otro tipo no atribuibles a un ritual de sacrificio. Independientemente del origen de la muerte, llama la atención su ubicación en la muralla, práctica repetida en distintos poblamientos, ya sean del ámbito íbero o céltico, y ya sea con humanos o animales.
Como triste anécdota, decir que parte del Puig de la Nau se utilizó como cantera, destrozando gran parte del yacimiento. Esta montaña tiene una forma piramidal, tan típica de muchas de las montañas sacralizadas. En el Puig de la Nau no sólo existen restos del periodo íbero, sino también de la Edad del Bronce.
*Fuente: Sacrificios y "mala muerte" en el Registro Arqueológico de los yacimientos ibéricos - Arturo Oliver Foix
Aunque parte de los enterramientos se dan en vivienda, hay que indicar que en algunas ocasiones se encuentran en almacenes, como vemos en el Puig de la Nau de Benicarló, situación que se repite incluso en la etapa romana, como sucede en Denia o en Lérida. En el mismo yacimiento del Puig de la Nau sehan localizado restos de huesos infantiles en la propia muralla.
Como triste anécdota, decir que parte del Puig de la Nau se utilizó como cantera, destrozando gran parte del yacimiento. Esta montaña tiene una forma piramidal, tan típica de muchas de las montañas sacralizadas. En el Puig de la Nau no sólo existen restos del periodo íbero, sino también de la Edad del Bronce.
Puig de la Nau - arqueotur.org |
*Fuente: Sacrificios y "mala muerte" en el Registro Arqueológico de los yacimientos ibéricos - Arturo Oliver Foix
Aunque parte de los enterramientos se dan en vivienda, hay que indicar que en algunas ocasiones se encuentran en almacenes, como vemos en el Puig de la Nau de Benicarló, situación que se repite incluso en la etapa romana, como sucede en Denia o en Lérida. En el mismo yacimiento del Puig de la Nau sehan localizado restos de huesos infantiles en la propia muralla.
jueves, 12 de junio de 2014
Árula de la villa romana de Mas d'Aragó, Cervera del Maestrat
En el maestrazgo castellonense se encuentra la población de Cervera del Maestrat. En su término municipal se halló la villa romana de Mas d'Aragó, en la cual, entre todo el material hallado, apareció un árula. No tiene ninguna particularidad que le convierta en una pieza de mayor interés que el que puedan tener el resto de las de su especie, pero sí queremos aprovechar, para además de dejar constancia de esta villa romana, dar a conocer el significado y uso de estas antiguas piezas de culto; Asunción Fernández Izquierdo nos cuenta. Por otra parte, no hemos conseguido ninguna imagen del árula, ni de la villa romana de Mas d'Aragó para ilustrar esta ficha.
*Fuente: Aproximación a la villa romana de Mas d'Aragó - Asunción Fernández Izquierdo
La definición de esta pieza como árula viene a sumarse a la cuestión ya planteada por otros investigadores sobre su funcionalidad: altares en miniatura o quemaperfumes en forma de altares. No se trata de un elemento característico del culto cotidiano de una villa realizado en torno al lararium (altar protector del hogar), sino utilizado en ocasiones especiales relacionadas con cultos agrarios de fiestas de primavera y otoño que tenían como finalidad asegurar las cosechas, ganado, descendencia, etc. La decoración que presenta idéntica en las cuatro caras tiene un posible paralelo en otra árula en piedra procedente de la villa romana de Els Munts, Tarragona, con guirnalda y pátera con umbo sobre ella. La guirnalda es un elemento muy común para adornar los altares de los dioses, ligada tanto al ritual funerario como para adornar los altares de los dioses cualquiera que sea su carácter; por ejemplo, el grupo escultórico de Castor y Pólux, de San Ildefonso del Museo del Prado, Madrid -siglo I a.C.-. Entre los objetos de culto que la conquista romana introdujo en la península Ibérica se encuentran las árulas, aras portátiles de pequeño tamaño y de tipología muy diversa, réplicas de las aras grandes. En general, las aras y árulas hispánicas responden en su totalidad al prototipo griego, y más concretamente de la Magna Grecia. Las árulas, llamadas a veces focvli, eran un complemento imprescindible en cualquier casa e indudable su empleo en los sacrificios y ritos domésticos. Buena parte de ellas se colocaban en los lararios en mesas de ofrendas, o en repisas. A veces en altares portátiles o trípodes. Dado que se encontró dentro del horno número 2, como material de desecho, creemos que pudiera haber estado relacionado con algún ritual propio de la cosecha y vendimia, al igual que las vasijas con decoración fálica.
Cervera del Maestrat - panomario.com |
*Fuente: Aproximación a la villa romana de Mas d'Aragó - Asunción Fernández Izquierdo
La definición de esta pieza como árula viene a sumarse a la cuestión ya planteada por otros investigadores sobre su funcionalidad: altares en miniatura o quemaperfumes en forma de altares. No se trata de un elemento característico del culto cotidiano de una villa realizado en torno al lararium (altar protector del hogar), sino utilizado en ocasiones especiales relacionadas con cultos agrarios de fiestas de primavera y otoño que tenían como finalidad asegurar las cosechas, ganado, descendencia, etc. La decoración que presenta idéntica en las cuatro caras tiene un posible paralelo en otra árula en piedra procedente de la villa romana de Els Munts, Tarragona, con guirnalda y pátera con umbo sobre ella. La guirnalda es un elemento muy común para adornar los altares de los dioses, ligada tanto al ritual funerario como para adornar los altares de los dioses cualquiera que sea su carácter; por ejemplo, el grupo escultórico de Castor y Pólux, de San Ildefonso del Museo del Prado, Madrid -siglo I a.C.-. Entre los objetos de culto que la conquista romana introdujo en la península Ibérica se encuentran las árulas, aras portátiles de pequeño tamaño y de tipología muy diversa, réplicas de las aras grandes. En general, las aras y árulas hispánicas responden en su totalidad al prototipo griego, y más concretamente de la Magna Grecia. Las árulas, llamadas a veces focvli, eran un complemento imprescindible en cualquier casa e indudable su empleo en los sacrificios y ritos domésticos. Buena parte de ellas se colocaban en los lararios en mesas de ofrendas, o en repisas. A veces en altares portátiles o trípodes. Dado que se encontró dentro del horno número 2, como material de desecho, creemos que pudiera haber estado relacionado con algún ritual propio de la cosecha y vendimia, al igual que las vasijas con decoración fálica.
Símbolos sagrados en la Ermita de Nuestra Señora de Elizmendi, Contrasta-Harana
En Contrasta, población del municipio de Harana, en la comarca de Montaña Alavesa, existe una joya del románico -Ermita de Nuestra Señora de Elizmendi-, que, además de reunir y reutilizar bastantes lápidas, con rica simbología, de una cercana necrópolis romana en la construcción de sus muros, esta misma simbología lapidaria, ha servido de inspiración para sus propios creadores y así han sido recreados en los modillones del ábside. La mayor parte de estos símbolos -ya sean de creación en tiempos de dominación y ocupación romanas, a través de las lápidas reutilizadas, o medieval, durante la construcción del edificio- son de clara inspiración prerromana. Destaca, sobre todo, la estrella de seis puntas, muy abundante en la zona, y denominada como flor de la vida o espantabrujas. Según se cuenta, nos encontramos ante un enclave de clara sacralidad, donde se adoró a la Gran Madre Tierra, a través de un templo autóctono que luego fue romanizado, para posteriormente continuar el culto sagrado, de este lugar, a través del cristianismo.
Extraemos unas líneas, como fuente, de un magnífico blog, donde su autor describe todo este tipo de elementos.
*Fuente: Románica: Enigmas del románico español - juancar347-romanica.blogspot.com
De tal manera, que no ha de extrañarnos encontrarnos con restos de numerosas lápidas de tal origen, sobre todo en la zona sur de la ermita, distribuídas en la cercanía del pórtico de acceso.
Lápidas, por otra parte, en la que aún se observan restos de inscripciones, así como alguna variedad de símbolos, que han motivado que algunos autores opinen que sirvieron de modelo para los motivos labrados en las grandes modillones del ábside. Consisten estos motivos, principalmente, en discos solares, estrellas de seis puntas -este tipo de estrellas es muy corriente, hasta el punto de que, denominadas flor de la vida o espantabrujas, cumplían una función protectora y solían colocarse tanto en iglesias, como en monasterios, como en casas particulares- y cruces inmersas en círculos. Una de tales cruces inmersas en un círculo y con otro círculo o agujero en medio, ofrece una idea de rotación, de rueda, de vida que no se detiene y gira, como esas antiguas espirales que inspiraron numerosos cultos a prácticamente todos los pueblos y civilizaciones de la Antigüedad y que ofrecen, siguiendo los patrones de razonamiento del gran Hermes Trismegisto, una visión de su Tabula Smeragdina, en lo referido a aquél famoso aserto que dice: como es arriba, así es abajo.
[...] Tal vez por ello, no ha de extrañarnos si en nuestro periplo aventurero nos tropezamos, casuísticamente, con símbolos ancestrales que, aunque su verdadero significado se haya perdido y actualmente se limiten al ámbito de la especulación, aún ofrecen un digno testimonio de lo arraigado de ciertos símbolos y mitos en lo que bien pudiéramos denominar, desde un punto de vista junguiano, el inconsciente colectivo. Un buen ejemplo de lo que digo, podríamos encontrarlos en los dinteles de algunas casas modernas, cercanas a la ermita, donde no debería sorprendernos encontrarnos con estrellas de cinco puntas, espirales y círculos concéntricos, como un recuerdo o una herencia, a los cultos de los antepasados.
Extraemos unas líneas, como fuente, de un magnífico blog, donde su autor describe todo este tipo de elementos.
Josu Fernández Villaverde - lamagiadelaspiedras.blogspot |
*Fuente: Románica: Enigmas del románico español - juancar347-romanica.blogspot.com
De tal manera, que no ha de extrañarnos encontrarnos con restos de numerosas lápidas de tal origen, sobre todo en la zona sur de la ermita, distribuídas en la cercanía del pórtico de acceso.
Lápidas, por otra parte, en la que aún se observan restos de inscripciones, así como alguna variedad de símbolos, que han motivado que algunos autores opinen que sirvieron de modelo para los motivos labrados en las grandes modillones del ábside. Consisten estos motivos, principalmente, en discos solares, estrellas de seis puntas -este tipo de estrellas es muy corriente, hasta el punto de que, denominadas flor de la vida o espantabrujas, cumplían una función protectora y solían colocarse tanto en iglesias, como en monasterios, como en casas particulares- y cruces inmersas en círculos. Una de tales cruces inmersas en un círculo y con otro círculo o agujero en medio, ofrece una idea de rotación, de rueda, de vida que no se detiene y gira, como esas antiguas espirales que inspiraron numerosos cultos a prácticamente todos los pueblos y civilizaciones de la Antigüedad y que ofrecen, siguiendo los patrones de razonamiento del gran Hermes Trismegisto, una visión de su Tabula Smeragdina, en lo referido a aquél famoso aserto que dice: como es arriba, así es abajo.
[...] Tal vez por ello, no ha de extrañarnos si en nuestro periplo aventurero nos tropezamos, casuísticamente, con símbolos ancestrales que, aunque su verdadero significado se haya perdido y actualmente se limiten al ámbito de la especulación, aún ofrecen un digno testimonio de lo arraigado de ciertos símbolos y mitos en lo que bien pudiéramos denominar, desde un punto de vista junguiano, el inconsciente colectivo. Un buen ejemplo de lo que digo, podríamos encontrarlos en los dinteles de algunas casas modernas, cercanas a la ermita, donde no debería sorprendernos encontrarnos con estrellas de cinco puntas, espirales y círculos concéntricos, como un recuerdo o una herencia, a los cultos de los antepasados.
Josu Fernández Villaverde - lamagiadelaspiedras.blogspot |
domingo, 8 de junio de 2014
Ara dedicado a la diosa Trebaruna, Lardosa-Castelo Branco
Cuando, no hace mucho, dedicamos ficha a la inscripción rupestre de Cabeço das Fraguas, mencionamos
a la diosa Trebaruna. En teoría es una diosa lusitana, pues a la lengua lusitana se dice que pertenece esta inscripción, aunque en algunas fuentes Castelo Branco, concelho portugués donde se encuentra la freguesía de Lardosa, lugar en el que se halló el ara protagonista de hoy, se afirma que está ubicada en lo que fue territorio vettón; resulta bastante complicado, en muchas ocasiones, delimitar las fronteras entre unas y otras etnias prerromanas, donde todo, además, incluidos los cultos, se mezclaría y confundiría. Estuviera Lardosa en territorio vettón o lusitano, lo que parece clara es la raíz céltica, Treb-, del propio teónimo.
Para ilustrar la ficha, únicamente hemos encontrado esta antigua imagen de no muy buena resolución de la página Hispania Epigraphica.
*Fuente: Los dioses de la Hispania céltica - Juan Carlos Olivares Pedreño
La diosa más ampliamente adorada en esta región a juzgar por las dedicaciones epigráficas es Trebaruna. En la zona conocemos cuatro altares votivos otorgados a esta diosa, procedentes de Lardosa (Castelo Branco) en la que se cita como Trebaronna.
a la diosa Trebaruna. En teoría es una diosa lusitana, pues a la lengua lusitana se dice que pertenece esta inscripción, aunque en algunas fuentes Castelo Branco, concelho portugués donde se encuentra la freguesía de Lardosa, lugar en el que se halló el ara protagonista de hoy, se afirma que está ubicada en lo que fue territorio vettón; resulta bastante complicado, en muchas ocasiones, delimitar las fronteras entre unas y otras etnias prerromanas, donde todo, además, incluidos los cultos, se mezclaría y confundiría. Estuviera Lardosa en territorio vettón o lusitano, lo que parece clara es la raíz céltica, Treb-, del propio teónimo.
Para ilustrar la ficha, únicamente hemos encontrado esta antigua imagen de no muy buena resolución de la página Hispania Epigraphica.
*Fuente: Los dioses de la Hispania céltica - Juan Carlos Olivares Pedreño
La diosa más ampliamente adorada en esta región a juzgar por las dedicaciones epigráficas es Trebaruna. En la zona conocemos cuatro altares votivos otorgados a esta diosa, procedentes de Lardosa (Castelo Branco) en la que se cita como Trebaronna.
miércoles, 4 de junio de 2014
La Necrópolis íbera de Los Cabañiles, Zucaina
Alrededor de un túmulo existente en la Necrópolis de Los Cabañiles, en Zucania, comarca del Alto Mijares, al norte de lo que fue la Edetania, se especula con la posibilidad de un posible matriarcado íbero, al estilo del que se ha comentado entre los pueblos norteños, principalmente el cántabro. Alrededor de los restos de una mujer se han ido posicionando el resto de individuos del clan familiar en este antiguo cementerio, ya sean otras mujeres u hombres. Esto podría ser un indicio de que la sociedad patriarcal, posiblemente, no existiera -o no estuviera apenas extendida- entre los íberos, hasta que éstos fueron romanizados. Quizás sea un poco aventurada esta manifestación, pues no hay muchos más ejemplos en este sentido, pero tampoco en el contrario. Dejando al margen regímenes de poder como el romano, claramente patriarcales, es posible que la vida de la mayor parte de sociedades del mundo antiguo, sobre todo las no tan jerarquizadas, fueran más igualitarias, no sólo en lo que se refiere al hombre y la mujer, sino de la sociedad en su conjunto, aunque siempre se quiere poner el hincapié en lo contrario. Éste es uno de los motivos por los que se dice que hemos de mirar a nuestros antepasados tratando de dejar al margen visiones propias de nuestra época.
*Fuente: elmundo.es
Cabe señalar que la necrópolis de Los Cabañiles en la localidad de Zucaina es una zona de enterramiento de sepulturas del tipo túmulo. Tiene como enterramiento principal y origen de ella, un túmulo donde se encuentran los restos cremados de una mujer.
Los principales resultados de la investigación arqueológica apuntan a que en torno a esta sepultura femenina se iban adosando otras donde se depositaban los restos tanto de hombres como de mujeres, conformando una unidad sepulcral diferenciada.
La información que han proporcionado estos enterramientos indica que era una mujer la que daba origen a una élite social y, al igual que mientras esta mujer vivía se consideraba la unificadora y el origen del grupo, así como la procreadora de sus diferentes miembros que lo componían, después de la muerte la mujer continuaba dando unidad a sus descendientes, y por tanto a la élite social, manteniéndolos unidos entorno a ella en la necrópolis por tanto en la vida 'del más allá'.
La necrópolis, a su vez, era un hito en el paisaje de la zona que daba a entender a quien por allí pasara que las personas enterradas y sus descendientes tenían derecho al control del territorio y de sus riquezas. Unas personas, tanto las vivas como las muertas, que descendían de un mismo origen, una mujer que había iniciado la élite social de ese territorio y las mantenía unidas tanto en la vida como después de la muerte.
Túmulo de Los Cabañiles - info.zucaina.net |
*Fuente: elmundo.es
Cabe señalar que la necrópolis de Los Cabañiles en la localidad de Zucaina es una zona de enterramiento de sepulturas del tipo túmulo. Tiene como enterramiento principal y origen de ella, un túmulo donde se encuentran los restos cremados de una mujer.
Los principales resultados de la investigación arqueológica apuntan a que en torno a esta sepultura femenina se iban adosando otras donde se depositaban los restos tanto de hombres como de mujeres, conformando una unidad sepulcral diferenciada.
La información que han proporcionado estos enterramientos indica que era una mujer la que daba origen a una élite social y, al igual que mientras esta mujer vivía se consideraba la unificadora y el origen del grupo, así como la procreadora de sus diferentes miembros que lo componían, después de la muerte la mujer continuaba dando unidad a sus descendientes, y por tanto a la élite social, manteniéndolos unidos entorno a ella en la necrópolis por tanto en la vida 'del más allá'.
La necrópolis, a su vez, era un hito en el paisaje de la zona que daba a entender a quien por allí pasara que las personas enterradas y sus descendientes tenían derecho al control del territorio y de sus riquezas. Unas personas, tanto las vivas como las muertas, que descendían de un mismo origen, una mujer que había iniciado la élite social de ese territorio y las mantenía unidas tanto en la vida como después de la muerte.
martes, 3 de junio de 2014
La Cueva del Latero y Los Columbarios, Mérida
Hace escasos días, en un famoso programa radiofónico, hablaron de la famosa necrópolis romana de Los Columbarios, que se encontraba ubicada, en tiempos de romanos, extramuros de la ciudad, hacia la parte suroriental, muy cerca de la calzada que unía Augusta Emerita con Corduba. En este conjunto de tumbas, semisubterráneos, de Los Columbarios destacan sendos edificios que pertenecieron a las familias de los Voconios y de los Julios, pero nos queremos detener en lo que han llamado la Cueva del Latero o Bodegones del Latero, dos construcciones con arcosolios o tumbas abovedadas donde se depositaban las urnas cinerarias o sarcófagos. La denominación de Latero proviene de la ocupación de ambas tumbas, como vivienda, a mediados del siglo XX, por una familia de hojalateros que las habitaron hasta la década de los setenta. Resulta curioso como una construcción funeraria del siglo I d. C., casi veinte siglos después, fue usada como vivienda. Rescatamos material fotográfico de una visita de hace dos años a Mérida, además del texto explicativo que acompaña a estas tumbas in situ, y despedimos la entrada con una cita de Séneca que dice: aquél que tú crees que ha muerto, no ha hecho más que adelantarse en el camino.
*Fuente: cartel explicativo junto a los Bodegones del Latero de Los Columbarios
Estos restos arqueológicos corresponden a dos edificios funerarios romanos, en excelente estado de conservación. Testimonian en esta zona una importante área de enterramientos situada fuera de las murallas de la ciudad, en las proximidades de una de sus puertas principales y muy cerca de la vía que comunicaba Avgvsta Emerita con Cordvba. Ambos edificios, construidos con piedra menuda y cal, son semisubterráneos y se cubren con bóvedas de cañón. A través de una pequeña puerta se accede al interior bajando unas escaleras que salvan el desnivel existente con el exterior. El suelo se pavimentó con un compuesto impermeable y en los muros laterales, enlucidos con cal, se dispusieron arcosolios para ubicar los sarcófagos. El uso funerario de esta zona, se encuentra documentado desde el siglo I d. C., aunque la tipología de estas dos construcciones -sobre todo por estar dotados de arcosolios- se generaliza en el siglo IV.
En consonancia con el fenómeno del chabolismo que fue frecuente en Mérida a medidados del siglo XX, la denominación "Bodegones del Latero" recoge la identificación popular con la que se conocieron estas habitaciones, debido al uso doméstico que tuvieron al ser ocupados, como vivienda, por un hojalatero y su familia hasta la década de los años 70.
Iberia Mágica |
*Fuente: cartel explicativo junto a los Bodegones del Latero de Los Columbarios
Estos restos arqueológicos corresponden a dos edificios funerarios romanos, en excelente estado de conservación. Testimonian en esta zona una importante área de enterramientos situada fuera de las murallas de la ciudad, en las proximidades de una de sus puertas principales y muy cerca de la vía que comunicaba Avgvsta Emerita con Cordvba. Ambos edificios, construidos con piedra menuda y cal, son semisubterráneos y se cubren con bóvedas de cañón. A través de una pequeña puerta se accede al interior bajando unas escaleras que salvan el desnivel existente con el exterior. El suelo se pavimentó con un compuesto impermeable y en los muros laterales, enlucidos con cal, se dispusieron arcosolios para ubicar los sarcófagos. El uso funerario de esta zona, se encuentra documentado desde el siglo I d. C., aunque la tipología de estas dos construcciones -sobre todo por estar dotados de arcosolios- se generaliza en el siglo IV.
En consonancia con el fenómeno del chabolismo que fue frecuente en Mérida a medidados del siglo XX, la denominación "Bodegones del Latero" recoge la identificación popular con la que se conocieron estas habitaciones, debido al uso doméstico que tuvieron al ser ocupados, como vivienda, por un hojalatero y su familia hasta la década de los años 70.
Iberia Mágica |
lunes, 2 de junio de 2014
Otro altar rupestre en Canto Gordo, San Lorenzo de El Escorial
Seguimos en el valle del río Aulencia, en el Bosque de la Herrería, y volvemos a Canto Gordo, en San Lorenzo de El Escorial, para hablar de otro altar rupestre que pasa prácticamente desapercibido ante el conocido como Silla de Felipe II, visitado por multitud de personas que, tristemente, únicamente conocen la falsa leyenda decimonónica creada en torno al rey que ordenó la construcción del monasterio y nada sobre su pasado sacro ancestral en tiempos prerromanos. Nos encontramos a los pies de Las Machotas, unos montes-isla de la Sierra de Guadarrama, en una zona fronteriza entre lo que fue tierra de vettones y de carpetanos. Normalmente el lado oriental de la sierra, desde donde se contempla la Meseta sur, se atribuye al pueblo carpetano, pero la tipología de los restos encontrados hace pensar que este valle, junto al Monte Abantos, fuera territorio de vettones.
El altar rupestre, protagonista de esta ficha, se encuentra a mayor altura que el de la Silla de Felipe II, pero a no mucha distancia, y desde el mismo se abre una amplia vista hacia la Meseta meridional.
Traemos unas palabras de Alicia M. Canto, la historiadora que nos puso sobre la pista de la sacralidad de este paraje, donde menciona los indicios que la llevaron a estudiar este enclave como antiguo santuario prerromano y donde menciona aspectos como la abundancia de robles -árbol de gran carácter sacro en el mundo céltico-, manantiales, además de ser un lugar de gran magnetismo férrico, algo que atrae a los rayos, y que era una de las características de muchos de estos enclaves considerados sagrados, además de la amplia visión sobre el entorno y la tipología y factura de estas rocas, tan similares a otros altares rupestres como los de Ulaca o Panoias.
*Fuente: Entrevista a Alicia M. Canto en El Eco de la Sierra
Me fijé...en si el entorno más inmediato reunía características para poder ser algún lugar sagrado similar a aquéllos, y, en efecto, fui encontrando cantidad de indicios que así lo sugerían: zona fronteriza, abundancia de manantiales, bosque de robles, atracción de rayos por magnetismo férrico en su interior, presencia de setas alucinógenas, leyendas ligadas al lugar…
El altar rupestre, protagonista de esta ficha, se encuentra a mayor altura que el de la Silla de Felipe II, pero a no mucha distancia, y desde el mismo se abre una amplia vista hacia la Meseta meridional.
Traemos unas palabras de Alicia M. Canto, la historiadora que nos puso sobre la pista de la sacralidad de este paraje, donde menciona los indicios que la llevaron a estudiar este enclave como antiguo santuario prerromano y donde menciona aspectos como la abundancia de robles -árbol de gran carácter sacro en el mundo céltico-, manantiales, además de ser un lugar de gran magnetismo férrico, algo que atrae a los rayos, y que era una de las características de muchos de estos enclaves considerados sagrados, además de la amplia visión sobre el entorno y la tipología y factura de estas rocas, tan similares a otros altares rupestres como los de Ulaca o Panoias.
Iberia Mágica |
*Fuente: Entrevista a Alicia M. Canto en El Eco de la Sierra
Me fijé...en si el entorno más inmediato reunía características para poder ser algún lugar sagrado similar a aquéllos, y, en efecto, fui encontrando cantidad de indicios que así lo sugerían: zona fronteriza, abundancia de manantiales, bosque de robles, atracción de rayos por magnetismo férrico en su interior, presencia de setas alucinógenas, leyendas ligadas al lugar…
La silla de Felipe II (roca sobre la que se puede apreciar a un grupo de personas) vista desde el altar protagonista de hoy - Iberia Mágica |