viernes, 5 de enero de 2018

La sacralidad en torno a la Sierra del Cordel, Cantabria

Volvemos a las cercanías de la Estación Megalítica del Collado de Sejos-Cuquillo, donde hablamos de sus menhires hace poco tiempo, en este caso concreto, a la conocida como Sierra del Cordel, entre las comarcas de Saja y Campoo. Más bien en torno a esta última comarca, en la zona de la población de Abiada, se dice, en palabras de un investigador, Fran Renendo Carrandi, pronunciadas hace escasas fechas en un programa radiofónico, que en este lugar se practicaba, por los antiguos cántabros, la ornitomancia alrededor de la Sierra del Cordel. No sabemos en qué fuentes ha obtenido esta información que ha recogido en su obra Guía de la Cantabria Mágica, pero lo que sí manifestó, igualmente, siendo un aspecto muy interesante, es la existencia, hasta no hace mucho tiempo, de una costumbre que consistía en dejar, por parte de las mozas, retales en estas peñas montañosas, buscando buenos designios, en lo que pudiera ser una herencia de esos antiguos cultos.

Foto tomada desde la población de Lomba. En primer término, el castro de Abiada, y al fondo, con sus picos nevados, la Sierra del Cordel - Foto: Wikipedia

Fuente: Fran Renendo Carrandi (transcripción de la entrevista en Espacio en Blanco, 31/12/2017)

Desde muy antiguo, esas peñas -de la Sierra del Cordel-, prácticamente con nieves perpetuas durante todo el año, lo tomaban los antiguos oriundos, en época de antiguos cántabros, como lugar para tomar los augurios. Hacían una magia, conocida como ornitomancia, para realizar ciertos procederes con el aspecto o la mecánica que ejercían los pájaros en el aire, a la hora de volar. Por ejemplo, ellos entendían que si ciertas aves volaban altas o volaban bajas, era buena señal para proceder a la recogida de la cosecha o entablar la batalla contra una tribu cercana, etc.
Es curioso, que cuando nosotros nos acercamos para profundizar y hacer trabajo de campo, muy poca gente conocía la labor que este enclave, de alguna manera, representaba para los antiguos habitantes de la zona. Si bien no conocían estos procederes, la gente mayor te decía que en aquellas grutas, rocas y peñas, desde muy pequeños ya, oían hablar a los ancianos de ciertos procederes casi mágicos. Cuando las mozas de los pueblos cercanos acudían allí, dejaban retales de tela, como buen designio para que, en un momento dado, todas las cosechas y todos los propósitos de la vida cotidiana que tenían los lugareños, fueran propicios. Esto nos da la idea de ese poso y ese halo de misterio y de magia que en algunos lugares concretos, misteriosamente se van desarrollando a lo largo de los siglos. 

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