miércoles, 10 de mayo de 2017

La Cabeza de San Guillén, Obanos

En la ficha de hoy traemos una reminiscencia más, de las muchas existentes, en relación al antiguo culto a cabezas cortadas, como elementos mágico-protectores, incluso purificadores, utilizadas para sacralizar objetos, lugares o personas, o bendecir el agua y el vino, como en el caso que nos ocupa. Hablamos de la Cabeza de San Guillén, la cual recibe culto en la población navarra de Obanos, en la merindad de Pamplona. Este cráneo-reliquia se encuentra depositado en un relicario de plata, a través del cual se pasa el vino y el agua, siendo de manufactura reciente, pues anteriormente a los años sesenta del pasado siglo, se deslizaba directamente por el cráneo que se dice pertenecía a San Guillén.
La ermita en la que reposa la cabeza se sitúa sobre un punto elevado del municipio, con lo que estaría, igualmente, sacralizando este cerro. La historia del santo y de su hermana, Santa Felicia, se encuadra en la Edad Media, en los inicios de la cristianización del Camino de Santiago, con lo que lejana o ajena conexión pareciera tener con los cultos ancestrales a los que nos hemos referido, a pesar de lo cual, ya se sabe, que si se escarba, se suele llegar siempre mucho más atrás. Así, y siendo conscientes de que estamos hablando en términos mitológicos, si otorgáramos cierta verosimilitud a la historia, que un suceso o unos personajes pertenezcan a un momento histórico concreto, no desvirtúa, a mi modo de ver, que pueda ser continuista o se reflejen en él ciertos rituales que pudieran venir de mucho más atrás, como es el culto a las cabezas y que, desde ese punto de vista, puedan tener mayor interés para el curioso, que quedarse, únicamente, en la leyenda o versión oficial. Ello sin entrar en otras hipótesis, como la sustitución o cristianización de la cabeza de un personaje mucho más antiguo por la de otro, ya fueran reales o ficticios, que también podría ser una cuestión a valorar.

Foto: enciclopedianavarra.com

Fuente: Mª Amor Beguiristain

La leyenda de Guillermo, indisolublemente unida a la de su hermana santa Felicia, cuyo cuerpo incorrupto se venera en Labiano, compone la trama del “Misterio de Obanos” que se escenifica parcial o totalmente cada año, en el marco del peregrinaje a Santiago de Compostela. De linaje principesco, y procedentes de Aquitania, ambos hermanos protagonizaron uno de tantos dramas en torno al Camino de Santiago. A la vocación de Felicia de vivir en un lugar oculto, lejos de palacios, se opondrá su hermano Guillén, quien en un arrebato la mata. Arrepentido peregrinará a Compostela y de regreso se queda en la ermita de Ntra. Sra. de Arnotegui como penitente, muriendo en olor de santidad.
En el imaginario local, san Guillermo o san Guillén tiene gran importancia. La ermita en que se alojaba llega a denominarse indistintamente Arnotegui o San Guillermo. Una coplillas aluden al final del santo: San Guillermo, murió mártir, quemadito en una hoguera, en el término de Obanos que se llama Caratea. Otra dice así: San Guillermo está en un alto, y Saría en una cuesta, si san Guillermo se cae, a Saría le revienta. San Guillermo tiene influencia benéfica para el pueblo frente a las tormentas. Si venía un nublau del rincón de Puente (La Reina), según Martín Zaratiegui, y pasaba sobre san Guillermo, las nubes se partían en dos y no afectaba al pueblo. Una de las manifestaciones de religión popular más llamativa es, sin duda, la fiesta que hoy comentamos.


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