miércoles, 12 de abril de 2017

El hombre-ciervo románico de San Miguel, Fuentidueña

En el arte medieval son muchas las manifestaciones ancestrales que se encuentran en piedra en capiteles y canecillos de las iglesias románicas, además de en gárgolas y pórticos de catedrales y otros edificios góticos. Hoy traemos un curioso ejemplo existente en la iglesia de San Miguel de la población segoviana de Fuentidueña. Entre sus relieves destaca la figura de uno de los personajes más habituales en los carnavales rurales, aquellos que hunden sus raíces en antiguos cultos, que, como es el caso que hoy traemos, conectan incluso con el antiguo dios céltico Cernunnos. Así aparece un hombre disfrazado de ciervo, con todo el simbolismo que esta representación encierra. Gerardo Boto Varela nos habla de ello en un estudio que dedicó a algunas de las figuras de este templo segoviano.

Foto: arquivoltas.com

Fuente: "El disfraz de ciervo y otros testimonios del carnaval medieval en el alero de San Miguel de Fuentidueña" - Gerardo Boto Varela.

Hombres con cabeza o defensas de cérvidos se encuentran pintados en alojamientos rupestres prehistóricos -por ejemplo las cuevas magdalenienses de Bisón de la Pasiega (Santander) o Font-de-Gaume (Dordogne)-. No obstante, bajo esta morfología se presentó a los largo de toda la Antigüedad a la divinidad celta Cernunnos, el ciervo antropomórfico. En época galorromana la teriolatría de Cernunnos fue sincretizada con Mercurio, asociación que, en todo caso, no monopolizó las vinculaciones del dios celta dentro del recién importado panteón latino. Con la pervivencia de la fisonomía híbrida de hombre y animal se conservó también el componente esencial del culto a la divinidad: la renovación cíclica y estacional de las defensas del ciervo era una imagen patente de la fecundidad que se deseaba obtener en cada nuevo periodo anual. A partir del primitivo concepto de abundancia y regeneración que encarnaba el ciervo, el correlato divino de éste, Cernunnos, representaría también la fertilidad y, por extensión, la fecundiad humana. Atendiendo a algunos restos aislados, Blázquez consideraba que en la Hispania prerromana también se practicaron ciertos ritos mágicos en torno al ciervo antropomorfizado.
[...] A la luz de la dilatada vigencia de los elementos que participaban en las fiestas de calendas/carnaval, tal y como enfatizan los autores señalados, el canecillo de Fuentidueña supone un testimonio iconográfico excepcional. Nos encontramos ante la imagen de uno de los protagonistas del carnaval medieval. Considero que la presencia del mismo en una iglesia parroquial del valle del Duratón no restringe su validez a esta área. Es cierto que dentro del espectro románico peninsular resulta prácticamente inédito, al margen de casos como los de Pecharromán y Vega de Bur. Quizá futuras investigaciones puedan aportar nuevos registros a esta iconografía. 


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