miércoles, 16 de noviembre de 2016

La Barrosa, ¿taurobolio mitraico? - Abejar

En un libro, que más allá de encontrarse o no de acuerdo con muchas de sus conclusiones, como es Gargoris y Habidis, publicado en los años setenta -época en la que también salió a la luz otro muy importante en estas temáticas, como es la Guía de la España Mágica de Juan García Atienza- se pueden encontrar interesantes referencias como la que a continuación aportamos. Según el autor de este libro, Fernando Sánchez Dragó, existe un paralelismo entre la fiesta de La Barrosa la población soriana de Abejar, en la comarca de Pinares, y los antiguos ritos de culto a Mitra. En el fondo, La Barrosa, no deja de ser un carnaval rural o antruejo de los que antaño tanto abundaban y que, por fortuna, no todos se han perdido, dicho lo cual resulta curiosa esa relación que apunta Sánchez Dragó, o quizás no debería causar sorpresa, pues estos cultos ancestrales encuentran sus orígenes en antiguos mitos, como el apuntado. Pero dejemos que sea el autor de la obra mencionada quien nos cuente.

Foto: desdeSoria.es

Fuente: Gargoris y Habidis - Fernando Sánchez Dragó

...queda al menos un lugar de España, y hay seguramente otros, donde todos los años se celebra por carnaval un taurobolio incuestionable, aunque algo recortado por la comicidad, que es miseria de estos tiempos. La cosa sucede en el pueblo soriano de Abejar y no con un bicho de carne y hueso, que saldría caro, sino con uno de esos vacos o vaquillas de cartón piedra que esconden chavales en la bariga y animan el cotarro lugareño con sus arrancadas antes de morir en el fuego o a jirones por cualquier cuneta. El pelele de Abejar se llama la Barrosa y tiene bula para hacer lo que le venga en gana, así sea sacar a empellones de la iglesia al mismísimo párroco cuando oficia misa mayor o embestir al alcalde mientras con sayuela adamascada preside el capítulo del Ayuntamiento. Al terminar el antruejo se degüella simbólicamente al simulacro, pellejos de vino tinto se vacían sobre su lomo y el mocerío, hacinado bajo los tablones, bebe lo que puede poniéndose perdido. Una vez apuntillado el dios, empieza la cuaresma.


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