En la comarca gaditana de
La Janda se encuentra el municipio de
Benalup-Casas Viejas, un territorio en el que existen algunos megalitos, además de una gruta, con pinturas rupestres, como es la
Cueva del Tajo de las Figuras, nuestra protagonista de hoy. Las manifestaciones rupestres de este abrigo fueron estudiadas por
Juan Cabré y
Eduardo Hernández-Pacheco en 1913, lo que demuestra la gran importancia de las mismas, abundando, entre ellas, las representaciones de aves, cuadrúpedos y antropomorfos. Están datadas entre el
Neolítico y el
Calcolítico. Alrededor de las mismas se han cometido bastantes barbaridades, como mojar las paredes de la cueva con agua para que se pudieran contemplar mejor las mismas, algo que también se realizó en otras muchas, depositándose, por este motivo, una gruesa capa de cal, con lo que tuvieron que ser restauradas en 2005. Algunos han creído ver representadas algunas aveces desaparecidas en esta zona, como, por ejemplo, el ibis eremita -
geronticus eremita-, la cual sólo se puede ver, actualmente, y de forma muy escasa, en Marruecos o Siria. Esas pinturas se encuentran encuadradas en lo que se conoce como arte rupestre sureño, situándose la cueva en un bello paraje. En el mismo año que fueron estudiadas por
Cabré y
Hernández-Pacheco, también las visitó un gran erudito de la época, como
Willoughby Verner, de quien traemos las líneas que dedicó a las pinturas de esta cueva. Su inutilidad como lugar de residencia, algo señalado por el propio
Willoughby Verner, nos pone sobre la pista de que nos encontramos, seguramente, ante un auténtico santuario prehistórico.
|
Foto: turinea.com |
Fuente: Willoughby Verner
Trepando por esta pendiente resbaladiza se llega, al fondo, a una especie de cámara redondeada, de unos 12 pies de diámetro, pero con un suelo muy inclinado, por lo que la caverna es totalmente inútil como lugar de residencia. Las paredes, de color gris opaco y amarillo, y también el techo de esta cámara, son absolutamente cubiertos de dibujos en rojo oscuro. Los más conspicuos son los de los ciervos, el más grande mide más de 2 pies de altura, con muchas más pequeñas. Hay literalmente docenas de ciervos cuidadosamente elaborados y ciervas sobre una pulgada más o menos de longitud, uno tras otro. También representaciones de muchos otros animales, entre los cuales se reconocen cabras montesas, lobos o perros. De interés particular son las aves, de las cuales se muestran una gran variedad, algunos con los pies palmeados. Hay varias figuras inconfundibles de hombres, algunos de ellos de 8 pulgadas de altura. Algunos de los hombres llevan arcos, y es fácil ver que la idea que regla toda la colección de dibujos en esta caverna es una ilustración de los instintos de caza del hombre prehistórico y de las bestias y los pájaros que persiguió.