Es precisamente esta la denominación como se conoce a la Cova del Llop Marí, una cueva, con dos entradas, a la que pudimos acceder nadando desde una bonita cala y que supone una auténtica delicia adentrarte en ella. Según cuenta la leyenda, cruza de un lado al otro la isla, aunque, verdaderamente, tiene unos cien metros. Como ocurre con muchos de estos lugares y de estos animales -las focas monje en este caso-, han sido idealizados de tal forma, que se les otorga formas monstruosas que llegan a rozar o adentrarse en lo mitológico. Así se dice, en la propia wikipedia, que "según la leyenda popular es el refugio de un horrible monstruo marino, de cuerpo liso y viscoso con boca armada de dientes de diferentes tamaños y formas, al cual persiguen los tabarquinos por las noches". A continuación, traemos un triste relato sobre este leyenda, no siendo menos triste la realidad -ya se sabe que, principalmente, el mito no es otra cosa que la idealización y fabulación de un hecho cierto-, pues la última pareja de foca monje que vivía en la isla de Tabarca fue capturada un 26 de mayo de 1938, en plena Guerra Civil española.
Cova del Llop Marí bajo un tramo de muralla - Iberia Mágica |
*Fuente: alicantevivo.org
Tabarca tiene al sur una gruta que se interna unos cien metros por el subsuelo de la población. Y en esta gruta penetran las aguas del mar, a cuyo favor entran también pequeñas embarcaciones de poco calado. Esta caverna se llama "La Cova del Llop Marí", porque a ella vienen este pez que es grande y feroz, de cuerpo liso y viscoso, y su boca está armada de dientes de varios tamaños y formas.
Aprovechando la oscuridad de la noche, los habitantes de Tabarca se atreven a penetrar en la gruta y, tirando al mar sus anzuelos, pescan al Llop Marí.
La cueva es de aspecto fantástico, y entre las estalactitas que cuelgan de la techumbre se ven concavidades donde se recogen las gaviotas.
A finales del siglo XIX, la gruta recibió la visita de dos enormes lobos marinos. Allí se cobijaron para recibir el nacimiento de su primer hijo. Pero los isleños consideraron aquello una invasión y un peligro, pues iban a destruir las redes y a comerse la pesca.
Esperaron a una noche de luna llena y atraparon a la pareja por sorpresa. El miedo precipitó el parto de la hembra, cuya cria nació muerta. Fue tal su tristeza que también la madre murió.
Y el padre, en su soledad más angustiosa, lanzó aullidos de dolor y de rabia que perforaron los tímpanos de los isleños durante 3 días. El tiempo que tardó en morir.
Hay habitantes de Tabarca que afirman que su cadaver está aún en las profundidades. Y las noches de luna llena, desde la gruta, lanza ayes lastimeros que se escuchan desde la misma Santa Pola. Pero luego, en el mar, se forma una procesión de lecholas, calamares, lisas, sepias, salmonetes y langostas, que asisten a un curioso cortejo fúnebre. Y en el fondo de la gruta, se extienden como alfombra, las algas, esponjas, petrosias y axineles.
Un funeral en honor a aquel gran lobo marino que murió de soledad añorando a su familia...
Y que aprendió a llorar después de muerto.
Azulejos con la denominación de Planesia sobre le dintel de la puerta de una casa tabarquina - Iberia Mágica |
Ilustración algo exagerada en tamaño de la Cova del Llop Marí - alicantevivo.org |
Ubicación de la Isla de Tabarca en la provincia de Alicante |
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