miércoles, 22 de enero de 2014

El Antruejo, Villanueva de Valrojo-Ferreras de Arriba

Ya estuvimos en El Antruejo de Llamas de la Ribera y hoy le toca el turno al de Villanueva de Valrojo, población del municipio de Ferreras de Arriba, en La Carballeda, comarca cuyo nombre, como se puede comprobar, le viene de la abundancia de carbayus, como se les llama en esta zona de influencia asturleonesa a los robles. Ésta es la forma que toma el Carnaval en este pueblo, repitiéndose en otros tantos del noroeste peninsular. Este carnaval de Villanueva de Valrojo constituye la gran fiesta por excelencia del pueblo, por delante de las propias fiestas patronales, y reúne una serie de elementos simbólicos, como los cencerros, en gran número, que anuncian la llegada del carnaval; las tenazas, conocidas como escaleras, con las que pellizca a las personas que observan los Carnavales desde los balcones, sobre todo a las mozas; la "lavativa", agua o a veces tinta que lanzan con una especie de jeringuilla; los "monos", monos de trabajo llenos de hierba o paja, con la dificultad que eso implica a la hora de la movilidad de las personas que llevan estos disfraces; la petición de chorizo para una cena comunitaria -la cena de chorizos- y, por último, el Diablo, un personaje que nunca falta en este festejo y que seguramente representa al invierno que queda atrás, como periodo de oscuridad, para dejar paso a la floreciente primavera.
Antaño hacía acto de aparición la llamada a concejo, ya tristemente desaparecida. Pero dejemos que el antropólogo y periodista zamorano Francisco Rodríguez Pascual nos cuente.

Carlos González Ximénez

*Fuente: Francisco Rodríguez Pascual - rodriguezpascual.wordpress.com

Según los propios habitantes de Villanueva, para ellos “el martes es un día festivo, quizás la mayor fiesta del año, en el que el vino y la gaita hacen olvidar muchas de las rencillas que pudiera haber”. Su celebración ha tenido diferente contenido a lo largo de los siglos, que todavía puede variar con el correr del tiempo. Seguimos al opúsculo tantas veces citado en la descripción de los actos especiales del Martes de Carnestolendas.
Hasta hace pocos años, por la mañana de dicho día se tocaba a Concejo y se iba a arreglar caminos vecinales hasta las doce o la una aproximadamente. Por la tarde se volvía a reunir a todo el pueblo y se hacían con brevedad otros actos de común interés: subastar los robles de propiedad colectiva, arrendar los pastos comunales, como la era, etc. Estas formalidades no solían llevar mucho tiempo, pues la mayor parte de él había que dedicarla a “correr el carnaval”.
Tradicionalmente se ha celebrado esta comensalidad del pueblo entero en la Plaza del Palacio, corriendo la invitación a cargo de la Junta Administrativa. Hasta épocas cercanas se ha convidado solamente a pan y vino, que regalaban el alcalde y unos almacenes. Después se añadió escabeche, aceitunas, galletas… Todos deben participar en la misma comida y en la misma bebida. Durante el convite y al son de la gaita, se iniciaba el baile popular, en el que era frecuente que los matrimonios cambiasen de pareja. Se continuaba el baile en la Casa del Concejo hasta el anochecer en que el cura tocaba al rosario. Como dijimos antes, uno de los números más esperados del baile del Salón era la aparición del Diablo en el mismo, con el terror de los presentes, sobre todo de las mozas. 
Se sucedían -las mascaradas- ininterrumpidamente a lo largo del día, interceptando con frecuencia los actos que acabamos de mencionar. Como dijimos al hablar del Domingo Gordo, las mascaradas son reducibles a tres formas: corridas, escenificaciones y carrozas.


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