viernes, 25 de febrero de 2011

Ruta de menhires de Valdeolea

En este municipio cántabro se halla la conocida como Ruta de los Menhires de Valdeolea. Empezando por Mataporquera, la población más importante de este municipio, y terminando en Reinosilla -o viceversa- se extiende en un recorrido de algo menos de diez kilómetros por el valle del río Camesa. Son nueve los menhires conocidos (El Cañón, El Peñuco, El Cabezudo, La Llaneda, La Puentecilla, La Matorra I y II, el Menhir-puente de Reinosilla, Peñahincada), aunque se cree pudo haber más. Como importante dato destaca que están hechos en arenisca en una zona caliza, no habiendo piedra arenisca a menos de un kilómetro, como poco, lo que puede indicar la existencia de una importante comunidad hace unos cinco mil años en aquel valle que pudiera llevar a cabo dicha labor.
















Menhir El Cabezudo, Las Quintanillas

Sobre su uso o significado, como ocurre casi siempre con este tipo de construcciones, plantea distintas hipótesis que van desde identificaciones astronómicas, a delimitación de pastos o territorios, incluso de tipo cultual.
Algunos de ellos tienen una especie de marcas, que se atribuyen al medievo, en forma de cruz de brazos lineales con cuatro círculos, lo que no parece definitorio en cuanto a una posible cristianización de los mismos, sino que más bien pudiera responder a una marca territorial empleada, según explican algunos estudiosos de estos megalitos.

Por último, aquí enlazamos una entrada de nuestro blog hermano, Caminando por Iberia, donde podéis disfrutar de un magnífico trabajo de campo.

jueves, 24 de febrero de 2011

Santuario prerromano de San Pelayo, Almaraz de Duero

Hoy traemos como fuente a uno de los mayores expertos en el I Milenio a. C. ibérico, sobre todo en lo que hace referencia al conocimiento del pueblo vettón: Jesús R. Álvarez-Sanchís. Las líneas que a continuación ponemos nos acercan a un antiguo santuario rupestre, el Santuario de San Pelayo, en Almaraz de Duero. El nombre lo recibe de una ermita que se construyó en dicho santuario prerromano y de la que hoy apenas queda algún muro en pie. Junto a la misma se puede observar una tumba rupestre. Pero buscando cultos mucho más antiguos, cabe destacar la presencia de cazoletas, cubetas y escaleras al estilo de otros altares rupestres. La existencia de lo que parece pudo ser el perímetro de una muralla nos acerca a la pista de que, no sólo pudo ser un lugar de culto, sino también un poblamiento.
















El complejo rupestre de San Pelayo, en el término de Almaraz de Duero, en la provincia de Zamora no ofrece indicios cronológicos precisos. Sin embargo, creo que contamos con evidencias significativas considerando el conjunto de peñas labradas parcialmente, que incluyen cubetas de distintas dimensiones, canales y escalones. Algunos de estos depósitos servirían para abluciones rituales, quedando abierta la posibilidad de una actividad de culto relacionada con las aguas. Esta interpretación se vería validada con el significado ritual del agua en la cultura castreña. De ahí la importancia simbólica de su emplazamiento, junto al río Duero y con una extensa perspectiva en todas direcciones, que supone la elección de un punto propicio para la realización de los ritos.
("Los Vettones", Jesús R. Álvarez-Sanchís)

miércoles, 23 de febrero de 2011

Descansadero del Resbaladero, Huertas de Ánimas

Seguimos rastreando la Tierra de Trujillo para encontrarnos, con esta pedanía trujillana de curioso nombre, donde, además de poder visitar un llamativo museo rural, nos encontramos con esta gran formación rocosa conocida como El Resbaladero o el Descansadero del Resbaladero, que constituye el lugar de unión entre la Cañada Real de la Plata y la Cañada Real Leonesa Occidental. No hemos visitado aún este paraje pero, a modo de agenda para futuras visitas, tomamos nota de ella, pues si bien no constituye nada fuera de lo común en una tierra donde son muy abundantes estas grandes formaciones graníticas, sí nos parece singular su elección como lugar de descanso para ganaderos que por ahí transcurrieron durante siglos y siglos en unos caminos ancestrales que, seguramente, traspasen las fronteras del propio medievo, aunque esto último es una simple suposición del que esto escribe, sin conocimiento de causa, por supuesto.
Dejando a un lado las divagaciones, lo que parece claro, como se dice en la información que aparece en la propia Wikipedia y que traemos hoy hasta aquí, es que constituía un lugar de reunión para viajeros de distintos lugares y de práctica de juegos rurales, de los que el propio nombre descriptivo nos puede servir de pista. No sabemos nada más de esta roca, sobre todo en relación a si puede tener algún rastro o huella de un pasado aún más lejano, por lo que agradeceríamos, como siempre, cualquier comentario al respecto.















Un lugar característico es el llamado Descansadero del Resbaladero, en plena cañada real de ganados que bordea a Huertas. En este punto, tradicionalmente de reunión e incluso donde antaño se celebraban diversos juegos típicos del mundo rural, es el lugar donde termina la Cañada Real de la Plata o Vizana, que nace en el norte, entre
León y Asturias, para unirse a otra gran vía pecuaria que es la Cañada Real Leonesa Occidental que continúa su viaje hacia el sur. Considerándose este lugar, por tanto, como un punto de suma importancia en el mundo ganadero tradicional y nudo de comunicaciones de la trashumancia.
(Wikipedia)
















Museo Rural de Huertas de Ánimas

martes, 22 de febrero de 2011

El Monte Arabí, Yecla

Hoy, un monte -el Monte Arabí- vuelve a ser protagonista en este lugar. Éste constituye un auténtico "filón" arqueológico, pues desde las pinturas rupestres del arte esquemático levantino de más de siete mil años -abrigos de la vertiente sureste -, que forman parte del conjunto de pinturas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, pasando por las manifestaciones neolíticas en forma de cazoletas y petroglifos, y llegando hasta la romanización, son numerosas las culturas y civilizaciones que han dejado su huella en este monte del término municipal de Yecla. Cabe citar también la cercanía del Santuario del Cerro de los Santos, uno de los santuarios iberos más importantes hallados hasta el momento, donde entre los abundantes materiales aparecidos, destacan sus conocidas como damas y, dentro de ellas, sobre todo la famosa Dama Oferente. Este lugar, del que ya dimos cuenta por aquí, forma parte también del contexto sagrado que constituye el Monte Arabí y de ahí que sea obligada su mención, pues, ciertamente, su silueta preside el horizonte del propio santuario.
















El Monte Arabí es un espacio que, realmente, constituye un complejo arqueológico. Hay manifestación humana, de uso y de gestión de ese espacio, prácticamente desde el Epipaleolítico, en un momento de transición entre el Paleolítico y el Neolítico, hablaríamos, por tanto, alrededor de unos 7 u 8 mil años hasta prácticamente nuestros días. La Prehistoria es la época que más manifestaciones ofrece en este espacio. Las estaciones de arte rupestre, de pintura, de cantos de visera (Canto 1 y 2), están en una explanada enorme con una gran visual de control de la llanura circundante, y de los accesos, por las valles corredores. Es un espacio que, probablemente, era un lugar -que así interpretamos- de reunión periódica de grupos humanos que, en ese espacio, contemplaban o sentían algo especial. También podría ser un lugar de intercambio económico y relación social de los distintos grupos humanos. Se puede contemplar una muestra completa de arte levantino, en escenas, como una manada de toros pastando, donde también se puede ver una grulla, ciervos, caballos, es decir, prácticamente toda la fauna que existía en ese momento y un repertorio enorme de pintura esquemática de difícil interpretación, posterior a la naturalista, y que le dan al conjunto una gran espectacularidad. El Arabí es un espacio que contiene muchos tiempos y que el arqueólogo ha de poner en orden con su trabajo. Quizás lo representado ahí tenga un contenido o una explicación totémica de representación de los distintos clanes. La otra manifestación que se da en el Arabí son los grabados rupestres, como las cazoletas, que estarían quizás relacionadas con el culto a la lluvia y que contendrían, de forma ritual, el líquido esencial para que estos grupos de pastores, que se mueven por el paraje en ese momento hace seis, siete u ocho mil años, tuvieran ese líquido fundamental para que el ganado, su sustento diario, pudiera seguir existiendo. Aquí estaríamos en otro tiempo, en esos tantos tiempos que se producen en un espacio como el Monte Arabí.
(Liborio Ruiz, arqueólogo de Yecla)



lunes, 21 de febrero de 2011

Posible altar rupestre en Santa Cruz de la Sierra

Muy cerca de Trujillo, lugar por el que pasamos hace poco por aquí, se encuentra un municipio bastante rico en huellas del pasado: Santa Cruz de la Sierra. Desde el Neolítico al mundo visigodo y medieval, son varios los testimonios que han quedado patentes en aquel lugar de la Tierra de Trujillo. En la propia iglesia del pueblo -Iglesia de la Vera Cruz- se han reutilizado algunos sillares con inscripciones latinas, pero nuestro protagonista de hoy es esta roca tallada por el hombre, que tanto recuerda a cualquiera de los altares rupestres de la Edad de Hierro conocidos. Esa especie de escalera truncada podría constituir una prueba de una pasada naturaleza cultual, pues constituye un elemento muy común en la morfología de estos altares rupestres.

















Los cortes, para otros fines, que parece haber sufrido la roca, indican que, de ser cierta la hipótesis que traemos hasta aquí, pudo ser utilizada después como cantera, aunque algunos de los fragmentos extraídos de la misma, andan dispersos alrededor suyo, lo que desecharía esta posibilidad. Existe, además, un castro en las proximidades, que en opinión de Alfonso Naharro, estudioso de esta zona -autor de la fotografía que hemos puesto en esta entrada- y del que hemos conocido toda la información que aquí estamos transmitiendo, bien pudo ser el campamento de invierno de Viriato.

viernes, 18 de febrero de 2011

La Peña de Estebanvela, Estebanvela-Ayllón

Hoy nos acercamos a Estebanvela, una pedanía de Ayllón, donde encontramos una de las pocas muestras del Paleolítico Superior en la meseta norte. En el arroyo Aguisejo, afluente del río Riaza, apareció este yacimiento cuando se estaba realizando la carta arqueológica de la zona. Lo más destacado de este abrigo rupestre, conocido como la Peña de Estebanvela son unas importantes muestras de arte mueble -unas plaquetas de cierto parecido a las de la Cova del Parpalló, ya citadas por aquí- que, según los estudiosos, son evidencias de cultos practicados en aquel lugar, donde nuestros antepasados del Paleolítico depositaron dichas creaciones, supuestamente, de naturaleza cultual. Una de las figuras más representadas en esas plaquetas de pizarra es la figura del caballo; algunos con formas más realistas o naturalistas y otros de formas más esquemáticas.






















La utilización prácticamente exclusiva de un tipo de soporte, sugiere que la representación tenía una importancia simbólica conocida e identificable por todos los integrantes del grupo humano. Si los numerosos signos del arte rupestre parietal paleolítico tienen un indudable contenido ideográfico, la simplificación y la estandarización de estos mismos signos o de signos muy similares en un horizonte cultural finipleistoceno, refuerza la hipótesis de un uso cultual de estas piezas decoradas. El hecho de que los cantos decorados con motivos complejos, rara vez hayan sido utilizados como percutores, con un tema concreto y repetitivo, aporta una prueba suplementaria que refuerza la interpretación votiva. Por el momento no se conoce ningún repertorio de arte mueble tan numeroso como el de Estebanvela, aunque se ha identificado alguna pieza aislada con decoraciones geométricas. Pero las que tienen unas características similares, aunque en absoluto iguales procedentes de las amplias colecciones de la Cova del Parpalló tienen una cronología cultural anterior, mientras que las de la cueva de La Cocina con representaciones de trazos centrípetos son cronológicamente más recientes.
("El arte mueble del yacimiento de la Peña de Estebanvela", Sergio Ripoll López y Francisco J. Muñoz Ibáñez. UNED.)

jueves, 17 de febrero de 2011

Lugo y el dios Lug

Hace tiempo, ya mencionamos -entre otros topónimos- el posible origen del nombre de la ciudad gallega de la famosa muralla romana, es decir, de Lugo. Esta hipótesis identificaba el nombre de Lugo con el teónimo Lug o Lugus, un dios documentado no sólo en la Península Ibérica, sino también en la Galia antigua e Irlanda. Así hoy, queríamos dejar constancia de tres aras que aparecieron en la actual provincia de Lugo, lo cual pudiera servir para dar aún mayor verosimilitud a dicha afirmación, pues el culto a este dios queda claramente documentado en dicho territorio.

















Otra divinidad supra-local testimoniada en esta región y, por otra parte, conocida tanto por los textos mitológicos irlandeses como en la epigrafía galoromana es Lugus. En la provincia de Lugo aparecieron tres aras de gran interés dedicadas a este dios. En la primera de ellas el teónimo y epíteto rezan Lucoubu Arquieni (Sinoga, Rábade, Lugo); en la segunda, hallada en un castro próximo a la iglesia de Liñarán (Lugo) se lee Lugubo Arquienob(o). Finalmente, conocemos un tercer epígrafe procedente de San Vicente de Castillones (Lugo) donde solo se vislumbra parte de la mención a la divinidad: ...u Arquienis.
("Los dioses de la hispania céltica", Juan Carlos Olivares Pedreño)

miércoles, 16 de febrero de 2011

Sala de los Moros, Argamasilla de Calatrava

Gracias a una persona con la que charlé a través de esta página, hemos tenido constancia, a la distancia, de esta interesantísima tumba megalítica fechada en la Edad del Bronce y que se encuentra en la comarca manchega de Campo de Calatrava, tan rica en testimonios del pasado y en bonitos paisajes. Según la fuente que hoy traemos, Manuel Corchado y Soriano, una de las personas que estudió el yacimiento en los años sesenta del siglo pasado, la Sala de los Moros constituye un caso único a nivel ibérico, siendo comparable únicamente a las nuragas sardas o las navetas menorquinas.

















Respecto al calificativo de ciclópeo o megalítico que merece este monumento, lo justifica el tamaño de muchos de sus sillares, bastantes de los cuales pasarán de la tonelada de peso; en sus inmediaciones se observan algunos de estos sillares a medio labrar y también un socavón conocido por aljibe de los caballos, de donde, verosímilmente, se extrajo la tierra necesaria para el relleno y túmulo de la cubierta; también se observa una rampa, formada por dos filas de peñones del terreno, que arranca desde la pared Sur y llega hasta el recinto exterior por donde tuvieron que subir las grandes piedras; aproximadamente, un número de sillares igual al que todavía está en su sitio se encuentra derribado en las proximidades. Independientemente de las consecuencias que del estudio detenido de todos los datos recogidos se pueda obtener, parece debe tratarse de una tumba de persona o familia importante, de época inmediatamente anterior, o contemporánea, de las civilizaciones clásicas; el sitio, con el recinto exterior, pudiera haber estado habitado en la Edad del Bronce, al igual que otros muchos Castellares que se ven en alturas fácilmente defendibles de esta comarca; pero la construcción, mucho más perfecta y robusta, indica, necesariamente, un mayor grado de cultura, por influjo de otras civilizaciones; así lo confirma el estar todas las paredes aplomadas, los ángulos rectos y los finales de los pasillos en semicírculo absidial.[...] En el estudio de publicaciones especializadas no se encuentra ningún tipo de construcción claramente análogo; únicamente puede señalarse un ligero parecido con las nuragas de Cerdeña y las navetas menorquinas; por otra parte, no existe bibliografía ni noticia alguna sobre hallazgos análogos en esta región que, por supuesto, está muy poco estudiada en este aspecto.
(Manuel Corchado y Soriano)

martes, 15 de febrero de 2011

El altar rupestre de la Serpe de Troña, Pías-Ponteareas

En Pías, parroquia de Ponteareas, se encuentra el atractivo castro de Troña, el cual fue declarado Bien de Interés Cultural el año pasado. En este yacimiento destaca la existencia de un altar rupestre con un petroglifo que representa a una serpiente, un animal que recibió culto en otros santuarios, encontrando en este castro galaico un ejemplo más, seguramente ancestral, de dicha veneración a un animal temido y admirado, como otras muchas especies rivales o peligrosas para el propio ser humano. En concreto, en Galicia se encuentran abundantes ejemplos de cultos ofiolátricos, como dejamos patente con la Pedra da Serpe, y algunos de ellos aparecen incluso en distintos megalitos diseminados por el noroeste peninsular.

















[...]sin duda lo más representativo de este asentamiento se sitúa al Este del recinto: Sobre una pequeña roca, muy proxima al aljibe se encuentra un famoso petroglifo con forma de serpiente. La denominada "Serpe de Troña" se haya sobre una piedra de sacrificios con un canal central cuya función era que la sangre de la víctima fuera derramada sobre el grabado de la serpiente. Se dice que la serpiente representa la fertilidad tan apreciada por aquellos pueblos para la supervivencia de la extirpe y de los clanes. Otras teorías afirman que no es más que un símbolo que ofrecía la paz y la tranquilidad en el poblado.
(galiciamaxica.eu)

lunes, 14 de febrero de 2011

Necrópolis y eremitorio de Ercávica, Cañaveruelas

Hoy volvemos para visitar un lugar cuyo topónimo nos viene de los antiguos celtíberos, de cuyo poblamiento originario tomó el nombre el nuevo emplazamiento que eligieron los romanos en el conocido, actualmente, como castro de Santaver, cuyo nombre proviene de la denominación árabe Santabariya, que no era otra que la forma que tenían los andalusíes de nombrar Celtiberia. Este antiguo poblamiento romano es Ercávica, en la Alcarria conquense, junto al río Guadiela, en el embalse de Buendía. Pero nuestra mención de hoy no va en relación con la Ercávica romana sino con la época visigoda, en la que, muy probablemente, la antigua ciudad romana ya estaba deshabitada existiendo únicamente un eremitorio y una necrópolis rupestres a la entrada de la antigua ciudad calificada por Tito Livio como "Potens et nobilis civitas". La soledad del paraje, tanto en la actualidad como seguramente en tiempos de San Donato el Africano, el que supuestamente dicen fue enterrado en la tumba de la cueva, únicamente se ve alterada por grandes grupos de grullas que cruzan los cielos, con sonoros graznidos, en su migraciones anuales de ida y vuelta, de un extremo a otro del continente europeo, constituyendo un magnífico espectáculo.

















Los restos arqueológicos de la Arcávica visigoda se localizan en varias zonas del entorno del Castro de Santaver, que por aquel entonces ya debía estar completamente despoblado, destacando en la ladera sur, el llamado eremitorio, formado por una ermita rupestre alrededor de la cual se habría establecido la comunidad religiosa, presenta un espacio rectangular en el exterior cuyos cimientos están excavados en la roca junto con las paredes laterales mientras que la pared donde esta la puerta de acceso esta excavada hasta media altura acabándola con algún bloque recuperado de la ciudad romana, para acceder al interior hay dos escalones, la techumbre debería de ser de madera, este espacio exterior da paso a una cámara circular abovedada excavada totalmente en la roca, en el suelo presenta una sepultura que correspondería al prior de la orden.En las paredes pueden verse esculpidas unas cruces así como en el exterior del eremitorio en su pared Este, al ser el soporte de roca arenisca estos gravados se están deteriorando rápidamente. Asociada a este conjunto rupestre se encuentra la necrópolis que se extiende sobre el eremitorio esta formada por unas 50 sepulturas todas ellas de forma rectangular aunque algunas son trapezoidales las hay de adulto e infantiles, la orientación de las mismas es Este-Oeste con diferentes grados de inclinación la cronología de estos restos debe pertenecer a época visigoda sobre los S.VI-VII.
(Enric Villanueva)