Hoy nos acercamos al Alentejo, donde encontramos este bolo granítico con forma de seta -o incluso de útero- donde se sigue celebrando un curioso ritual de fecundidad de claro tinte pagano. Las mujeres, en edad casadera, usan la roca a modo de oráculo para conocer el año en el que éstas contraerán matrimonio. Para ello lazan sobre el menhir una piedra y si ésta cae y no queda en la parte superior de la roca, tienen que esperar otro año para la boda. Por esto fue llamada "La Roca de los Enamorados", nombre que se repite en otros lugares como el del monte conocido como "Peña de los Enamorados" en Antequera, del que ya dimos cuenta por aquí.
En época de sequía, era habitual hacer una procesión entre la ermita de Nossa Senhora do Rosário y São Pedro do Corval que pasaba junto a esta roca, hecho que podría constituir una herencia de antiguas peregrinaciones realizadas a lugares ya sagrados con anterioridad al cristianismo.
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