Hoy volvemos a las inmediaciones del Moncayo. Una montaña sagrada no es nada más ni nada menos que el epicentro de un entorno cargado de magia y ahí econtramos Trasmoz, una población que fue, seguramente, portadora de rituales del pasado. Su etiqueta brujeril nos puede servir de pista.
Dice la tradición aragonesa que las brujas de todo el reino acudían a celebrar en el castillo de Trasmoz sus aquelarres. Es la aragonesa una tradición rica en recuerdos brujescos, porque también había otro lugar de encuentro en el condado de Ribagorza, en el Turbón, que todavía es llamado el Frontón de las Brujas. Pero son las de Trasmoz las que adquirieron fama en toda la Península, de la mano de Bécquer, quien, en sus largas estancias en la hospedería del monasterio -de Veruela-, recogió leyendas y dichos de la gente y escribió a propósito de las brujas una de sus mejores cartas, uno de sus escritos más desgarradores, en el que captó la esencia de una realidad sociológica mucho antes de que sesudos estudiosos del fenómeno brujeril pusieran su grano de arena en esta realidad que azotó al mundo occidental como reacción a la política exclusivista y unitaria de la Iglesia.
(Juan G. Atienza)
Casualidades, en la portada de mi blog tengo una foto del castillo de Trasmoz (Ya es hora de quitarlo, que se ha pasado ya la noche de las ánimas)
ResponderEliminarEste pueblo también se recuerda por ser donde ETA secuestró a Papuchi.
Es un bonito lugar para visitar, y la vista del castillo con el Moncayo de fondo al atardecer estremece, sobre todo si se ven las luces del Santuario del Moncayo.
Sí que tiene que ser bonito, yo aún no lo conozco, a pesar de haber creado esta entrada -bueno éste y otros muchos que pongo por aquí, claro-.
ResponderEliminarUn saludo, Alberto, y gracias por participar