Hoy nos acercamos a un lugar de cultos ancestrales. Iba a decir a uno más de los tantos que tenemos, pero no es uno más. Bajo el tinte de la "nueva" religión se ocultan una serie de cultos que quizás hundan sus raíces en los antiguos tartesos o en los célticos cynetes, que no andaban lejos tampoco de lo que hoy en día conocemos como el Coto de Doñana.
Traemos a colación para ello las palabras de Juan G. Atienza, en las cuales se especula con algunos elementos que igual tampoco hubiera que tomarse al pie de la letra -como por ejemplo la mención a los atlantes- pero sí nos sirven para abrirnos los ojos y hacernos mirar más allá de la verja que año tras año aparece en los telediarios asaltada por cientos de fanáticos de un culto que nos cuesta comprender a la distancia.
Lo llaman el Rocío. Pero ¡cuidado!, junto al Rocío está el coto de la Rociana. Y la rambla de la Rocina. Y la casa de la Rociana. ¿De dónde le viene el nombre? ¿De ese rocío mañanero que aquí es tan raro e insólito? ¿O será de un rocín, que es caballo portador de los saberes de la Cábala? No lucubremos. El Rocío está ahí, con la Virgen más venerada por los andaluces del lado atlántico. Está ahí, precisamente al lado del coto que llaman de Doñana. De doña Ana. Anna. Annán. Danán. Nombre de origen céltico, aunque nos quieran meter de por medio a una señora Ana de-lo-que-sea como dueña remota de estas tierras. Esta doña Ana es la misma Anna del otro río, el Gwadi-Anna, el Guadiana de las tablas de Daimiel. La diosa maestra de los Thuata-de-Danán, los supervivientes atlantes que recibieron los favores de Lug. Y Dannán o Danán o Anna es Tanit, Astarté, Démeter: la diosa maestra conocedora de los dones de la tierra, transmisora de sus saberes a los hombres, en nombre del dios-sin-nombre al que llaman Lug: lo sagrado, lo innombrable. El ser supremo de los ligures.Curioso: a la Virgen del Rocío los andaluces le dedican la romería más espectacular y bullanguera de su tierra. Más curioso: junto al santuario comienza el parque -ahora es parque- donde se albergan y conservan las palmípedas emigrantes, las ocas que fueron sagradas desde la más remota antigüedad y crearon los mitos de la Madre Oca -Ma Mère l'Oie, la Reine Pédauque, la Melusina- de los cuentos iniciáticos. Más curioso aún: la Virgen del Rocío luce -como muchas otras, pero más grande, más inmediata- la Luna a sus pies. La luna del culto lunar, misterioso, telúrico. Culto a las fuerzas que rigen la Tierra por encima de la voluntad de los seres humanos.
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