Este valle fue conocido precisamente por sus anacoretas y santos, así como por sus molinos y herrerías, oficios casi olvidados muchas veces asociados a la magia de la alquimia. Nuestro objetivo último es Peñalba de Santiago.
Peñalba de Santiago
En mitad del caserío, se yergue la iglesia mozárabe, del siglo X, que formaba parte del monasterio del mismo nombre levantado por el abad Genadio y su pequeña comunidad de monjes venidos de Córdoba. Parece asombroso descubrir esta joya del arte en este paraje tan escarpado y expuesto al olvido del tiempo, pero quizá por ello ha estado preservado de la ambición de los hombres y de las modas.
Todavía se distinguen hoy algunas de las pinturas originales mozárabes que decoraron paredes y techos, y que están siendo recuperadas tras un milenio sepultadas bajo una capa de cal. No olvide fijarse por último en el llamado "somier de San Genadio", una rejilla de varas que dicen algunos sirvió de cama al santo varón y que no deja de llenarnos de perplejidad.
Precisamente para seguir los pasos de este monje anacoreta, nada mejor que calzarnos las botas de montaña y dar un pequeño paseo en busca de la cueva donde dicen que pasó algunos años de su vida.
(http://www.rutasyleyendas.com)
Valle del Silencio
Se dice que el nombre del valle proviene de la siguiente leyenda: Cierto día San Genadio estaba meditando en su cueva, pero el murmullo del río no le permitía concentrase, así que, golpeando con su cayado, dijo: "cállate" y el río dejó de hacer ruido. De esta leyenda existen varias versiones.
Los lugareños y muchos visitantes acostumbraban a depositar saquitos llenos de tierra, sacada de su tumba y después se lo daban a personas aquejadas de enfermedades de la piel para que lo llevaran colgando al cuello ya que pensaban que actuaba de remedio contra tales enfermedades. Es probable que la tierra sacada fuera renovada con la proveniente de una estancia anexa y más profunda de la cueva.
(wikipedia)
Cueva de San Genadio
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