En nuestro caso, como bien se indica en el título de la entrada, vamos en búsqueda de una nueva puerta, entrada o boca del infierno. Encontramos un nuevo caso, por tanto, que une un monasterio y una puerta del infierno, el otro, bien conocido, es el del Monasterio de El Escorial, junto a la montaña sagrada del Monte Abantos; en este caso nos remontamos a un monasterio medieval y, por tanto, más antiguo que el escurialense.
Cuenta la tradición, que una de las escaleras que baja a los sótanos del monasterio en ruinas, es una de las puertas del infierno. En casos así siempre viene la reminiscencia de divinidades subterráneas como el dios Airón, que tanta huella ha dejado en forma de leyendas y toponimia. Desconozco si nos encontramos ante un caso similar de divinidad de ultratumba, asociada posteriormente en tiempos cristianos al infierno, pero pudiera ser. Queda abierta la puerta a la especulación.
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Fuente: terranostrum.es
Cuenta la leyenda que estando el conde Fernán González de cacería por unos valles angostados del condado de su padre, cuando un enorme jabalí le salió al paso. Intentando darle caza, el conde perdió todo cuidado, yendo a caer a una cueva donde vivía un santo ermitaño. Este le profetizó un futuro muy brillante, tanto a él como a su familia, viendo como ellos llevarían a Castilla hasta su independencia y hacia un próspero futuro.
Una vez se cumplieron la mayoría de los presagios del monje, el conde Fernán González decidió levantar la ermita de San Pelayo, pues así se llamaba el monje, sobre el lugar que ocupaba la cueva, después magnificó a San Pedro, levantando un monasterio en la vieja ermita.
Lo cierto es que más allá de la leyenda es que sobre el espigón rocoso, al otro lado del río puede verse una ermita dedicada a San Pelayo.