lunes, 15 de octubre de 2018

Crómlech de Totanés, Totanés

Volvemos al blog, tras un largo periodo de inactividad, por motivos que no vienen al caso, aunque he de decir que relacionados con las ocupaciones que nos "dan de comer", como se suele decir, que a veces nos apartan de otro alimento, casi más importante, si cabe, como es el espiritual o interior que producen el estudio o la lectura de temas como los que aquí nos proponemos tratar. 
Entrando en materia, hay que decir que estos días, en distintos medios, se está hablando bastante de un reciente descubrimiento o, más bien, habría que decir de una reciente presentación al público, como es el Crómlech de Totanés, el cual toma el nombre, de momento, del propio municipio de la comarca de Montes de Toledo sobre el que se asienta. Y decimos, "más bien ...de una reciente presentación", puesto que los arqueólogos y demás estudiosos del megalito ya lo conocen de un tiempo atrás, como conocen dichas piedras, igualmente, los vecinos del pueblo, generación tras generación, creyendo muchos de éstos que quizás sería un antiguo corral o resguardadero de ganado.
Poco más se sabe sobre el mismo y sólo los estudios, que continuarán realizando los científicos, nos irán dando luz sobre el mismo en cuanto a su datación, su uso y posibles cultos celebrados en el mismo, ya fueran funerarios o de otro tipo. Al menos, hasta el momento, la presentación fue por todo lo alto, puesto que el pasado día 22 de septiembre, se celebró un acto público de presentación del monumento recién descubierto para la ciencia, con gran afluencia de público, aprovechando el momento del equinoccio otoñal para observar ciertos alineamientos de las piedras del dolmen con el Sol, pues se especula, como ocurre con la gran mayoría de estas construcciones, que estaban alineadas con distintos momentos del año, como podrían ser, además de los equinoccios, los propios solsticios y, como no, sus periodos intermedios, aquellos que coinciden con los cuatro grandes festejos célticos, que a buen seguro, hundían sus raíces en otros festejos anteriores que nos remontarían hasta la Prehistoria

Foto: astrometrico.es

Fuente: Antonio Pérez Verde - astrometrico.es

La disposición circular de las rocas no es el único factor que sustenta la construcción del crómlech por parte del hombre. Las alineaciones de varias rocas con respecto a la salida y puesta de Sol en el equinoccio son argumentos que apoyan no solo la construcción humana sino también el conocimiento de los movimientos celestes. También se están confirmando alineaciones con respecto a los solsticios, lo que indicaría que este crómlech pudo haber sido usado como calendario.
De ser así, esta estructura pudo ser utilizada para conocer fechas clave en la vida de nuestros ancestros sedentarios. El periodo de siembra o la proximidad de las épocas fría, cálida o lluviosa son algunos ejemplos. Y por qué no, en base a estas fechas comenzar a celebrar sus primeras festividades. De este modo utilizarían el crómlech como lugar de culto por ser la herramienta que les indicaba cuándo tenían lugar sus momentos destacados.
Si el crómlech fue un lugar de culto es algo que también se va a analizar. Para ello, el Instituto de Arqueología de Mérida (IAM-CSIC) rastreará el interior de la estructura y sus alrededores con un magnetómetro en busca de objetos elaborados por el hombre. Por medio de excavaciones también se analizará el subsuelo buscando restos de cenizas humanas, restos de fauna, madera quemada o semillas. Su detección confirmaría que el crómlech era un lugar de culto funerario, ofrendas o ambos. En las excavaciones también se analizarán pólenes para vincular el crómlech a la vegetación que poblaba la zona en tiempos en los que se le daba uso a esta estructura megalítica.
En la península no se conoce un gran número de este tipo de construcciones. La más conocida seguramente sea el crómlech de los Almendros, situado en Évora (Portugal). Presenta una gran envergadura y una gran complejidad debida a sus varias fases de construcción desde inicios del Neolítico. Otro de los más conocidos es el crómlech de Oianleku, en Guipúzcoa, de menor envergadura y más tardío que el de Évora. Además, existe el fenómeno de los crómlech pirenaicos, que se sitúan fundamentalmente en el Pirineo central y occidental. Estos son más tardíos incluso ya que se han datado sobre la Edad del Hierro (primer milenio a. C.).


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