martes, 18 de julio de 2017

Una botarga desaparecida, Tortuero

En estos días, en los que el astro rey es bastante inclemente en algunos lugares del hemisferio norte, como en el que me encuentro, pudiera ser un ejercicio refrescante -aunque resultará complicado que haga de bálsamo- el acercarse a momentos del año en los que lo normal es que haga frío. De este modo, hoy, en plena canícula, queremos dejar constancia de un festejo invernal, de claro tinte ancestral, tristemente desaparecido hace años, pero que, como ha ocurrido con otros, un grupo de vecinos está tratando de recuperar. Hablo de La Botarga de Tortuero, población de la comarca de Sierra Norte de Guadalajara, un territorio, muy rico en tradiciones y paisajes, al que nos hemos acercado en más de una ocasión en el blog. Hemos sabido de esta botarga, gracias a uno de los artículos de la última publicación de la famosa Revista de Folklore -la nº 424-, del cual el blog Libros de Guadalajara hace una buena síntesis que os facilitamos a continuación. Decir, que tristemente, no existe material gráfico sobre este personaje invernal, con lo que ilustramos la ficha con una foto que hicimos a Tortuero hace ya casi una década, día en el que recuerdo mantuvimos una muy agradable conversación con un señor, ya jubilado, que nos dijo que fue cartero del pueblo durante muchos años. Desde aquí le mandamos un saludo, si es que se encuentra todavía en el mundo de los vivos y le llega esto a sus oídos, lo cual nos agradaría.

Foto: noviembre 2007

Fuente: librosdeguadalajara.blogspot.com

En esta ocasión, López de los Mozos aporta unas noticias que merecen ser recogidas en publicación escrita, acerca de la existencia de una fiesta de botargas en el pueblo de Tortuero, de nuestra provincia. Trabaja con notas propias, proporcionadas por una informante (Guillerma Moreno) del pueblo, y con los datos que dejó en sus archivos anotados Sinforiano García Sanz. Suma ambas informaciones y las compara. De ellas resulta la noticia de la existencia de la costumbre del “botarga” en Tortuero. que salía bien en la Fiesta de Reyes (6 de enero), bien en San Blas (3 de febrero), bien en San Antón. En esos casos, un hombre, siempre el mismo, del pueblo, se revestía con un traje multicolor, hecho con retazos de una colcha, y sin máscara ni pinturas, pero con un gorro coloreado y cónico sobre la cabeza, andaba por las calles del pueblo enseñando una reliquia y recogiendo regalos (comidas varias) para luego con ello comprar cera para el monumento al Santísimo en la Semana Santa.
Lástima que no existan fotografías del personaje, aunque con las descripciones de García Sanz, y el análisis final y prolijo de López de los Mozos se puede reconstruir, mentalmente, esta figura, ancestral y vibrante, del folclore serrano.


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