jueves, 25 de mayo de 2017

La Olma de La Prada, La Prada-Valle de Tobalina

Escuchando un reciente programa de una joya de radio rural -Radio Valdivielso-, de esas difíciles de dar con su existencia, pero que habeilas hailas, en la que se da voz a gente mayor de aquel valle y del resto de merindades vecinas que dejan constancia de muchas anécdotas y, sobre todo, de la cultura popular que, tristemente, se está perdiendo, pues lo que hoy consideramos cultura, en la mayoría de los casos, no es elegido por nosotros, sino impuesto desde arriba, por muy subversivo que creamos que sea, es decir, no es popular; pues bien, como digo, en una reciente entrevista a un señor de un valle vecino al de Valdivielso, del Valle de Tobalina, al que pertenece La Prada, su pueblo, nos ha llamado la atención la mención que hace de una vieja "olma"; mención que hemos transcrito a continuación y donde, como se puede apreciar, nos encontramos ante lo que parece fue un árbol sacro, de los colocados junto al cementerio y la iglesia románica, que seguramente también pudo haber sustituido a otros anteriores, donde queda bien patente la veneración que se le tenía, a pesar de que, el mundo contemporáneo, tristemente, terminó con él. En la breve mención, Tiquio, como es conocido el entrevistado, nos dice que un tío suyo, antes de morir, pidió que le subieran a ver por última vez a la olma; es bien conocido, por los amantes al estudio de estos árboles emblemáticos, que en muchos pueblos existía la costumbre de decir "hasta que me vea pasar ..." el tejo, el olmo o el árbol que fuera, haciendo referencia al día en que le tocara morir.
Vaya desde aquí nuestro homenaje a esta desaparecida olma, a su familiar, al propio Tiquio y al maravilloso proyecto de Radio Valdivielso.

Marcado con círculo rojo la torreta que se puso en el lugar que ocupó la olma.

Fuente: Transcripción de un fragmento de la entrevista a Tiquio "de La Prada" en Radio Valdivielso

Una vez que estaban tirando una olma, yo no sé los años que tendría -la olma-, al lado del cementerio, donde han puesto la caseta para la luz de la iglesia, un poste que han puesto allí con un contador, y mi difunto tío el cura pidió (estaba muy enfermo en la cama ya para morir) que le subieran a ver por última vez la olma antes de tirarla y le sentaron en una silla y le cogieron y le subieron a verla. [...] Cuando tiraban la olma, me acuerdo que estaba yo allí, con todos los hombres, viendo como la tiraban. 


La Prada - Foto: Pako Navas - abril 2017


2 comentarios:

  1. Miguel E. Lozanoviernes, mayo 26, 2017

    Argantonios, estupenda entrada, una vez mas dedicada a nuestros viejos árboles. Gracias por compartir con nosotros la voz sabia de las gentes de los pueblos, como Tiquio.
    El comentario que haces sobre la cultura rural ancestral y lo que hoy entendemos como cultura y la manera en que nos es impuesta, es simplemente genial, no puedo estar mas de acuerdo con esas palabras.
    Es bueno no solo conocer la existencia de estos árboles, allá en los pueblos donde aún se les respeta y admira, sino también los que en su día fueron y ya no están, como esta olma. Es una pena que se haya puesto una torreta en el lugar que ocupó esta olma. Pero bonito comprobar que la última voluntad de una persona fuera ver por última vez ese árbol; como si tratara de que el árbol le acompañara en el tránsito a la muerte. Curiosa esa simbiosis entre humano-árbol; en la vida, pero también en la muerte.

    Por otro lado, tengo ganas de conocer la zona norte burgalesa. Vi no hace mucho un reportaje sobre las iglesias rupestres de Las Merindades burgalesas y la montaña palentina, realmente magníficas ¿las conoces?

    ¡Salud amigo!

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  2. Hola, Miguel. Soy un poco pesado en mis comentarios, pero lo que se siente se ha de expresar, así que una alegría como siempre leerte, muchas gracias por verte por aquí. Me alegro mucho de coincidir contigo en esa opinión sobre lo que se ha de entender por cultura, que no es otra que la de creación popular, el resto son patrones y sucedáneos que el orden jerarquizado nos impone.
    Hablando de esta olma desaparecida, la verdad que emociona comprobar esa vinculación y ese cariño tan especial que distintas comunidades humanas tenían hacia el árbol, es una mágica simbiosis, como bien la has definido.

    Respondiendo a tu pregunta, te diré que tengo pendiente, igualmente, conocer Las Merindades. He pasado en un par de ocasiones volviendo de Cantabria, pero siempre con poco tiempo, sin parar a visitar algún pueblo o algún paraje, aunque sea un par de horas. He oído hablar de esas iglesias rupestres nacidas de antiguos eremitorios; tienen que causar grata impresión seguro. La Montaña Palentina también la he cruzado, pero no he parado en ella, así que tampoco estaría mal conocerla, ya fuera en el mismo o en sendos viajes.
    ¡Un fuerte abrazo, amigo!.
    ¡Salud!

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