martes, 17 de marzo de 2015

Santuario del Castañuelo, Aracena

En el término municipial de Aracena, capital de la comarca de Sierra de Aracena, a la que da, por tanto, nombre, encontramos un ejemplo de santuario urbano céltico. Hablamos del santuario del poblado del Castañueño. Son casos atípicos en los que encontramos santuarios en la propia población o antiguo castro, pues éstos se situaban algo retirados de los poblamientos, siendo uno de los más conocidos el de Ulaca, en tierra de vettones. A pesar de ello, tampoco son pocos los casos conocidos de santurios urbanos, ya sea en la Iberia prerromana del I milenio a. C. de zona céltica o de zona íbera. En este caso nos encontramos en la antigua Beturia, de clara influencia céltica.
El yacimiento también posee un buen número de enterramientos en cistas de la Edad del Bronce, por lo que el poblado ya fue ocupado con anterioridad a la Edad del Hierro.

Poblado del Castañueño - Foto: turismosierradearacena.com

*Fuente: huelvapedia.wikanda.es

El yacimiento arqueológico del Castañuelo se compone de dos asentamientos superpuestos de cronología y culturas diferentes. Por una parte se encuentra una necrópolis de cistas y un posible hábitat, asociado a este espacio funerario y documentado gracias fundamentalmente al material disperso, ambos datados en la segunda mitad del II milenio a.n.e. También se ha localizado un poblado de la II Edad del Hierro, que ha servido de argumentación arqueológica para la denominada Baeturia Céltica citada por los autores grecolatinos. Como complemento a estos espacios, se encuentra la zona conocida como el Santuario donde la secuencia arqueológica es mucho más amplia.
Los primeros trabajos arqueológicos realizados en El Castañuelo se centraron en los enterramientos en cistas, definiéndose esta necrópolis como una de las más representativas del suroeste peninsular. Ésta se encuentra dividida en dos sectores, el primero ubicado al este del cerro donde se localiza el poblado, y el segundo justo en el lado opuesto, al oeste.
Esta necrópolis se caracteriza por su abundante número de tumbas, la mayoría con unas dimensiones medias para este tipo de enterramientos, mientras que hay una en particular que destaca por su extensión. Por otro lado, la homogeneidad es la norma general en estas cistas, que presentan planta rectangular o trapezoidal, y se realizan excavando una fosa en el suelo que posteriormente se recubre mediante lajas de pizarra.

Entre los materiales que se han documentado en la necrópolis como ajuar funerario destaca la presencia de tres tutuli de oro, una contera triangular de plata, hachas planas de cobre y distintos tipos de vasos cerámicos, entre otros elementos.

Según las excavaciones la zona de hábitat relacionada con este espacio funerario se localizaría en el mismo lugar que el asentamiento de la II Edad del Hierro. Directamente relacionado con los dos espacios de hábitat citados y con la necrópolis se localiza un área, tradicionalmente conocida como el Santuario, con una amplia secuencia estratigráfica que arranca en el Calcolítico, pasando por la Edad del Bronce, época prerromana y romana. Otro punto de unión entre estas áreas estaría en la explotación de los recursos mineros y su tratamiento metalúrgico.


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