Volvemos a la población serrana de
Collado Villalba. Allí, junto al ayuntamiento, hemos conocido la existencia de una piedra con escalones tallados, que nos ha llamado mucho la atención, conocida como la
Piedra del Concejo. Según se cuenta y según se deduce de su propio nombre, recibe dicha denominación por reunirse, en tiempos, junto a ella el común del pueblo para deliberar sobre sus asuntos, en lo que ha sido y aún es en algunos municipios de menos de 100 habitantes, con las limitaciones que las leyes estatales imponen y celebrados cada vez en un menor número de pueblos, un auténtico ejercicio de democracia, de democracia directa, la verdadera. A pesar de esto y sin querer contradecir a los que han estudiado y han buceado en los archivos de la ciudad de
Collado Villaba o
Villalba a secas, como también se la suele llamar, no nos cuadra que todo empezara en el año 1724 por orden del alcalde de entonces, el conocido como señor
Sanz, quién, según se dice, mandó tallar las cinco gradas que existen en esta piedra. No digo que no fuera usado por lo que ya era un concejo cerrado -y no abierto, el verdaderamente democrático-, en aquellos tiempos, en el siglo XVIII, ni que tampoco fuera retocado; pero, observando el aspecto de la piedra y la propia tipología, nos hace creer que nos encontramos ante un antiguo lugar de reunión y una piedra, posiblemente, ritual, quién sabe incluso si de tiempos prerromanos. La piedra, evidentemente, ya se encontraba en ese enclave mucho antes de que se construyera el edificio del ayuntamiento, con lo que podríamos hacer un paralelismo entre algunas piedras o altares rupestres cristianizados a través de iglesias y ermitas que se han construido junto a ellas y esta "piedra de concejo" y el ayuntamiento construido también junto a la misma. En una se sobrepondría un culto posterior a uno anterior, en el otro, una forma cerrada -nunca mejor dicho- de reunión y centro de decisión, sobre otro, abierto, y más participativo.
En el lateral derecho de esta roca se pueden observar otros escalones, más pequeños, que parecen de más antigua factura.
Siempre que me acerco a la vertiente sureste de la
Sierra de Guadarrama y veo sus abundantes berrocales de granito, no dejo de creer que quizás esta zona fuera más bien de influencia vettona y no carpetana, como se nos cuenta.
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Foto: brujulasierra.es |
*Fuente: Sonia Martín - brujulasierra.es
El primitivo ayuntamiento se reunía en concejo, al son de una campana, encima de una roca, situada en un lateral de la plaza de la Constitución, donde ahora está ubicada la casa consistorial.
Se trata de la Piedra del Concejo o Roca del Consistorio y está formada por cinco gradas, cuya obra fue encargada en el año 1724, para mayor comodidad de los miembros del concejo, por el señor Sanz, el entonces alcalde del municipio, y del que todavía residen algunos descendientes en esta localidad serrana.
Las agradas, como la conocen los ancianos del lugar, fueron declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico en 1991. En el siglo XVIII se discutía sobre ella asuntos cotidianos de la política municipal como la normativa local, las transmisiones de predios, los deslindes conflictivos, entre otros asuntos, por lo que durante varios siglos fue testigo, vecino y protagonista de las discusiones y acuerdos que se adoptaban en los concejos.
Este graderío, labrado sobre una roca, mide 5,8 metros de largo por 2 de ancho y más de 3 metros de alto, y en alguno de sus respaldos exhibe distintos grabados a cincel, como la representación de una paloma, que en los últimos años ha sido escogido como símbolo distintivo de la villa. Algunos estudiosos consideran que se trataría más bien, por la forma de su cabeza y las proporciones, de un francolín, un ave ya extinguida en la región, probablemente desde principios del siglo XVIII.
Es cierto, esta zona quizas fuera mas vetona que carpetana. O el territorio y la cultura vetona era mayor de lo que se piensa o sus vecinos carpetanos recibían una fuerte influencia suya.
ResponderEliminarUn saludo.