La Enramá de Pinofranqueado - planvex.es |
*Fuente: Félix Barroso Gutiérrez
La fiesta de “La Enramá” no tiene sus orígenes a mediados del siglo XIX, sino que varios vecinos de Pinofranqueado la hacen suya, en pleno siglo XX, copiándola del pueblo hurdano de Ovejuela, donde se celebraba desde tiempo inmemorial.
La Enramá de Pinofranqueado se celebra a lo largo de varios días, siendo el momento culmen la noche del 23 de agosto, cuando mozos y mozas cristalizan su sueño al ser sorteados y emparejados por el azar, mediante las papeletas que se guardan en una bolsa y que pregona, desde el “Torreón” de la plaza mayor, el “cantaol de lah mózah” y el “cantaol de loh mózuh”. En este sorteo solo están presentes los mozos y el tamborilero. Tras los gritos de rigor, de acuerdo con el antiguo formulario de emparejamiento y el asentimiento de los asistentes, las parejas unidas por el sorteo, se convertirán en “novios” a lo largo de una semana. A quienes les toca desempeñar el papel de novios deben acudir a casa de sus supuestos “suegros”, a fin de conocer a la familia. Y la que hace de novia le preparará a su flamante novio un floreado ramillete, que lucirá en la pechera de su camisa.
La fiesta siempre gira en torno a la efemérides de San Bartolomé (24 de agosto), días arriba o días abajo. Hogaño, parece ser que se adelanta el sorteo a la noche del día 21, para celebrar el ritual de “La Ronda” el sábado, día 23. En este día, víspera del mencionado santo, las parejas, elegantemente ataviadas y con chulería, desfilarán por las calles de Pinofranqueado, formando lo que ha dado en llamarse “El Arco”, que lleva aparejado el baile de una jota con el mismo nombre, pero que, ciertamente, es una designación moderna, ya que no hemos conocido a un solo tamborilero jurdano que haya oído hablar de una pieza folklórica con tal denominación.
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