Aunque es el aspecto humano y, más bien, de culto, el que nos interesa en este espacio, con lo hay que decir que en ella se realizaron enterramientos durante el Calcolítico y el Bronce Antiguo, más o menos entre el 2150 y el 1850 a. C. El amable guía nos explicó que los enterramientos debían resultar bastante complicados, pues en la planta central o segunda de la cueva, donde se realizaron la mayor parte de ellos, y por donde se accedía a la cueva, la altura era mínima, menos de un metro en gran parte de la galería transitada, a pesar de que actualmente se profundizó para facilitar la visita del tramo habilitado y una persona puede discurrir por ella sin apenas tener que agacharse. No lejos de la entrada a la cueva, por la que estas personas accedían, existía un pudridero, donde una vez descompuestos los cuerpos, se fracturaban los huesos para ahorrar espacio una vez se destinaban a su lugar definitivo como enterramiento dentro de la cueva. Estos enterramientos se iban realizando en uno y otro lado, junto a las paredes rocosas de la galería para poder transitar sin pisar las tumbas por medio de la propia galería. Además de los restos óseos, en las tumbas se introducían ajuares de cerámica o adornos y utensilios personales. Los huesos y distintos ajuares han sido llevados a distintos museos, si no contamos todo lo expoliado anteriormente desde su descubrimiento, y sobre el propio suelo de la cueva únicamente se observan las ubicaciones de las distintas tumbas que fueron excavadas, dicho lo cual, hay que decir que quedan todavía bastantes enterramientos por ser excavados, según nos contó el guía y que casi mejor que permanezcan en la propia cueva.
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Pero, lo que más nos impresionó fueron las pinturas rupestres y sobre todo los grabados. Las pinturas eran mucho más escasas, pero se situaban sobre algunos de los distintos enterramientos, siendo figuras abstractas de difícil interpretación, como viene siendo habitual en el arte prehistórico. Dentro de ellas se podían adivinar algunos antropomorfos, además de algunos zoomorfos, como una especie de trazo de cuadrúpedo, posiblemente un caballo, animal aún no domesticado en la Península Ibérica en aquel tiempo, que aprovechaba además la curva del techo de la cueva para darle relieve, al modo de las representaciones de Altamira, aunque hay que decir que son bastante más cercanas en el tiempo que las de la famosa cueva cántabra y de no tan buena ejecución, pues ya se sabe que las de Altamira, junto a las de Lascaux en Francia, son la "capilla sixtina" del arte paleolítico, con lo que no cabe comparación posible en este sentido, porque además tampoco pertenecen al mismo estilo, ni por ello, las de Los Enebralejos, dejan de mostrar interés.
Los grabados son aún más difíciles de interpretar, en forma de líneas y puntos que constituyen figuras geométricas, principalmente cuadrados y rectángulos o simplemente líneas. Existen algunas salas, de no poca amplitud, que acumulan el mayor número de grabados (éstas sí que están con la altura real de como las contemplaron los hombres del Calcolítico, habitantes de poblados cercanos a la propia Cueva de Los Enebralejos) y que se cree pudieron ser el centro de rituales chamánicos, por llamarlos de alguna forma, pues las líneas y grabados suelen ser muy similares, como se ha comprobado en distintos experimentos, a los que se realizan cuando una persona está en estado de trance por el efecto de alguna droga psicotrópica. Así, existen unos enterramientos, como algo excepcional, al final del recorrido, en la tercera planta de la cueva, especulando los estudiosos de la misma con la posibilidad de que pudieran ser individuos importantes para el grupo, por la excepcionalidad de estos enterramientos, pudiendo ser los propios sacerdotes o chamanes de la comunidad humana que utilizaba esta cueva. En el primer nivel -ya hemos dicho que el segundo es en el que se hace la visita y donde está el mayor número de enterramientos- existe el cauce de un arroyo que fluye, durante un par de meses más o menos, tras el deshielo. Otro aspecto a señalar es el color negruzco de los techos y paredes de la galería, producido por las antorchas para iluminar que utilizaban estos antepasados que usaron la cueva como lugar de enterramiento y de culto, pues la cueva es calcárea, predominando el color blanco o claro en sus paredes.
Como evidencias anecdóticas, señalar la existencia de un enterramiento, en la segunda galería o planta, que se componía de los restos de un cuerpo entero, sin fragmentar sus huesos, en concreto se trata del enterramiento de un niño de unos 10 u 11 años, cuando lo común es que los huesos se fragmentaran, y por último las marcas de las garras de un oso cavernario, en una de las salas, junto a las cuales existen números grabados humanos. Las garras del oso cavernario hay que decir que son anteriores a los grabados humanos en unos cuantos miles de años.
En un momento determinado, a inicios de la Edad del Bronce, la cueva quedó sellada por algún movimiento sísmico, o hecho similar, y ésta no volvió a ser visitada por el ser humano hasta el siglo XX, cuando fue redescubierta, tal y como ya se ha explicado.
¿donde estaba situado el cementerio?
ResponderEliminarEstán a lo largo, prácticamente, de toda la galería que se visita.
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