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*Fuente: Alicia Torija López
Es un grupo escultórico excepcional. Está compuesto por un hombre y una mujer de pie unidos en un gesto común: la ofrenda de un vaso sagrado a la divinidad del santuario. Ambos sujetan el vaso con sus dedos, que se alargan y estilizan. El varón está situado, de acuerdo con la norma religiosa, a la derecha de la mujer. Él viste túnica con mangas cortas y manto sobre el hombre izquierdo que, de modo excepcional y porque está pegado a la mujer, no sujeta con la mano. Ella va vestida con una túnica de sucesivos volantes y manto. Cubre su cabeza con un velo, bajo el que se ve el cabello trenzado. Ambos personajes calzan zapatos con abertura longitudinal, igual que otras figuras del Cerro de los Santos, aunque lo habitual era el zapato cerrado. También se adornan ambos con collares, hecho excepcional en figuras masculinas.
Posiblemente, la ofrenda pudiera estar relacionada con el cambio de estado de la pareja; esto es, con su matrimonio. Se trataría, pues, de un testimonio de convivencia familiar, tema más propio de la etapa de mayor auge de la cultura ibérica, entre los siglos IV y II a. C. y, en cambio, desconocido en el período ibérico antiguo (siglos VI y V a. C.).
La cronología que puede darse a este grupo, tanto por cuestiones sociales como iconográficas, es el s. II a. C.
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