En ocasiones la leyenda está muy cerca de nosotros, pero, por uno u otro motivo, no se desvela hasta que no llega su momento. Esto mismo me ha ocurrido con la que hoy traigo. Lo que son las cosas, la tradición oral, tan arrinconada desde hace más de medio siglo, usurpada y en peligro de extinción como está por artilugios como la televisión, de vez en cuando todavía asoma a una conversación familiar. Eso mismo me ocurrió la semana pasada hablando con mi madre, originaria, al igual que mi padre, de Valle de la Serena, un pueblo de la comarca extremeña de La Serena, donde, como en tantos otros lugares, también tienen su "Encantá". En concreto la Encantá de la Fuente del Buen Cristiano, un manantial a las afueras del pueblo, hacia el noroeste, cercano a la carretera de Don Benito, que seguramente podría esconder un antiguo lugar de culto, pues es bien conocida la sacralización de antiguas fuentes y manantiales, pudiendo ser que nos encontráramos ante otro caso.
Otra vez la Encantada, otra vez los "tiempos de moros" -siempre recordamos la relación con las moras o mouras, esas antiguas divinidades de donde seguramente venga esa calificación de "encantá" o "mora encantada", como se la llama en otros lugares- y otra vez yacimientos prehistóricos y prerromanos en las cercanías. Ya en su momento estuvimos en Valle de la Serena realizando una ficha al Dolmen de Sierra Gorda, megalito no muy lejano a este lugar, y más cerca aún, existen restos prerromanos, por lo que el paraje ha sido habitado o frecuentado desde tiempos inmemoriales. Hoy en día, desde hace ya unas décadas, existen unos depósitos que recogen el agua del manantial; manantial que se encuentra más arriba, donde, según la leyenda, se aparecía la Encantá al atardecer y donde, anteriormente, había que acercarse a por el agua. Mi propia madre, en su momento, junto a otras chicas de su edad, se acercaba a recoger el agua hasta allí subida en un burro. Precisamente he marcado el punto donde se encuentra el manantial y, en la foto aérea, se pueden apreciar restos de lo que parecen cimentaciones; que fueran o no muy antiguas, estaría por ver, pero, de momento, la leyenda nos pone sobre la pista de lo que podría ocultar este enclave.
*Fuente: universidadeslectoras.org
"Había una mujer en una cueva, en el manantial del "Buen Cristiano", que se aparecía al atardecer a los pastores cuando pasaban con sus rebaños para llevarlos a beber al manantial del "Buen Cristiano". La mujer que se aparecía era muy guapa y enamoraba a los pastores, después los llevaba a la cueva y una vez dentro, esta mujer se transformaba en una bruja con los dientes largos, y asesinaba a los pastores.
Esta mujer se trata de una joven que lleva varios siglos encantada y que aún espera la oportunidad de salir de su maleficio.
Según este mito, la moza permanece encantada desde la época de los moros y el desencantamiento sólo puede ser llevado a cabo por un galán soltero que llegue al lugar durante la noche y con esa única intención, tiene que realizar tres llamadas desde una de las rocas. Cuenta la tradición que la última vez que sucedió esto todo resultó infructuoso, "La Encantá" apareció ante su predispuesto benefactor con apariencia de una deformada anciana y de pronto se transformó en una lozana joven
de especial belleza, una vez recobrada esta esbelta figura pidió a aquel que se lanzase tres veces consecutivas desde uno de los canchos hasta el suelo, la altura recabada sobrepasaba poco de una vara por lo que el mozo no le concedió la menor importancia y realizó los dos primeros lanzamientos, pero al intentar lanzarse en la definitiva se presentó ante sus ojos un tremendo precipicio y acobardado desistió, después comprobó que la temida sima era sólo una alucinación y la altura era la misma que en las otras dos ocasiones. Fracasada esta acción, aún la moza pidió una segunda oportunidad, consistía ésta en aguantar sin huir, también tres veces seguidas la embestida de un toro, tampoco en las dos primeras veces hubo dificultad alguna, el galán las soportó con la mayor tranquilidad, pero en la tercera la bestia acosó con una fiereza y peligrosidad que le hizo huir, también comprobó luego que todo era fruto de su mente alucinada, pues se trataba de un minúsculo e inofensivo becerro. Aún ofreció la moza un posible ultimátum, con menos riesgo pero con más perseverancia, le mostró un segmento de hilo negro que debía ser ovillado por el galán antes de que saliese el Sol, comenzó aquel su tarea y el hilo no parecía tener fin, ya el ovillo alcanzó el tamaño de una naranja y aún seguía saliendo el hilo, continuó ovillando horas y horas, ya el ovillo tenía el tamaño de una sandía y el hilo no se terminaba, el sol estaba apunto de aparecer por encima de los tejados del pueblo, y el mozo abandonó el trabajo y cortó el hilo, entonces "La Encantá" perdió todo su adolescente apariencia y de nuevo se mostró como una vieja decrépita y de repulsiva fealdad, increpó al que pudo ser su desencantador con estas palabras: "Sólo te quedaba media vara para terminar de ovillar y me quedas ya encantada para siempre", desapareció y nadie más desde entonces ha logrado verla.
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