En la comarca de Tierra Estella, en Los Arcos, se halla el yacimiento arqueológico de Cortecampo II. En él encontramos el siguiente enterramiento del Bronce Final fechado sobre el 1000 a. C. El ser humano encontrado en dicho enterramiento aparece de forma flexionada, con la cabeza, excepto el maxilar inferior, separada del cuerpo y depositada en una hornacina. Aparece enterrado junto a dos mandíbulas ovicaprinas y los restos de cuatro perros, además de restos de cerámica. Los restos animales aparece superpuestos, por lo que el conjunto se encuentra estratificado. También se halló un losa de forma triangular que se cree pudo ser la estela que señalizaba la tumba.
Esta inhumación humana atestigua una vez más la costumbre, en este periodo anterior a los Campos de Urnas, de enterrar los cadáveres de forma flexionada. Más tarde llegarían las cremaciones típicas de los Campos de Urnas, costumbre que perduraría, hasta la vuelta a la inhumación con el cristianismo, una vez oficializada esta religión por el imperio romano, hasta más de un milenio más tarde.
*Fuente: La cerámica de estilo Cogotas I y los ciclos culturales en las postrimerías de la Edad del Bronce en Navara. Jesús Sesma Sesma, Juan José Bienes Calvo, Ande Erce Domínguez, José Antonio Faro Carballa y Mikel Ramos Aguirre.
Destaca dentro de éstos el hoyo 9, por su carácter funerario. Albergaba un individuo masculino adulto joven, depositado en posición flexionada sobre el fondo de la estructura, que tenía la particularidad de presentar la cabeza (excepto el maxilar inferior) separada intencionadamente del cuerpo, alojada en una pequeña hornacina delimitada por piedras. Le acompañaba como ajuar, bajo el cuerpo, los fragmentos del recipiente con decoración de boquique antes mencionado. El conjunto se presentaba estratificado, documentándose en el nivel superpuesto a la inhumación un depósito intencionado de fauna, integrado por dos hemimandíbulas de un ovicáprido adulto y cuatro perros, dos casi completos en conexión anatómica y restos muy parciales de otros tantos, todos ellos también adultos. En este mismo nivel se documentó una gran losa triangular, que se ha interpretado como un posible hito o estela de señalización.
La inhumación ha sido datada en 3.025±40 BP, 1.402‐1.189 cal. a.C. al 94%. Esta fecha puede hacerse extensible al contexto general del yacimiento, si bien uno de los hoyos arrojo un pequeño fragmento con decoración acanalada, que indicaría la perduración del lugar hasta los primeros Campos de Urnas regionales.
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