Ayer nos encontramos con la noticia del enterramiento más antiguo de un perro al sur de Europa, aunque su descubrimiento salió a la luz ya el año pasado. Es sabido que la domesticación de este animal se dio en el periodo final del Paleolítico, con lo que el dato de importancia que aporta este hallazgo no es su domesticación, que fue más antigua, sino sobre todo la gran importancia que tuvo ya para el ser humano en el Mesolítico, siendo incluso objeto de una especie de culto a través de su propio enterramiento, aunque, de momento, a nivel local de la Península Ibérica, sólo se conoce este caso, con lo que tendrían que descubrirse más casos similares para señalar con claridad la existencia de una práctica generalizada en este sentido.
El yacimiento donde ha sido hallada la tumba de este perro del mesolítico es el de Poças de São Bento, en Alcácer do Sal, junto al río Sado.
*Fuente: Europa Press, 5 de junio 2012
El perro es el primer animal doméstico. Se sabe que algunos grupos de cazadores del final del Paleolítico y del Epipaleolítico ya convivían con este animal, tal como ha constatado el equipo de Arias en la cueva de Anton Koba, en Guipúzcoa, donde se ha datado un perro de unos 13.250 años de antigüedad.
En el Mesolítico (10.000-6.000 años), el período correspondiente a los cazadores y recolectores que precedieron a la extensión de la agricultura y la ganadería por Europa, el perro se integra en prácticas rituales. A las tumbas ya localizadas en el norte de Europa se suma ahora esta descubierta en el sur de Portugal.
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