Hace menos de un mes ya estuvimos en la antigua ciudad de Caura, donde población tartésica y púnica convivieron en un mismo espacio urbano. Nuestra anterior visita fue para dar cuenta de un santuario fenicio en el conocido como cerro de San Juan, en la ciudad de Coria del Río; hoy volvemos para mencionar la presentación, en el Museo Arqueológico de Sevilla, de un altar de manufactura fenicia recientemente restaurado. Éste se halló en 1997, en el mismo casco urbano de Coria del Río, y ha sido fechado en el siglo VII a. C. Tras su análisis, se ha llegado a la conclusión de que los sacrificios de animales no se realizaban sobre el mismo, ni tampoco su posterior asado o incineración, al no haberse hallado microcarbones que pudieran constituir una prueba en dicha dirección, por lo que se entiende que se ofrecerían a la divinidad -el dios Baal- en el altar ya asados y probablemente en bandejas metálicas.
*Fuente: Agencia Efe, 01/diciembre/2011
Arqueólogos, biólogos, botánicos y restauradores del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) han extraído información de un altar fenicio del siglo VII antes de Cristo, hallado en Coria del Río (Sevilla), como si fuese "una caja negra" que ha conservado restos biológicos durante 2.700 años.Los restos hallados en la tierra arcillosa prensada con la que se construyó este altar de 90 centímetros de largo por 60 de ancho y 45 de altura y casi media tonelada de peso ha revelado que los rituales fenicios efectuados por los tartesios incluían la incineración de vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros, olivos y jaras.[...] El director general de Museos de Andalucía, Miguel Castellano, ha señalado que aunque el altar carezca de "monumentalidad, estética o belleza" es un hallazgo importante por la información que ha propiciado sobre los ritos al dios Baal y la información aportada sobre la cultura tartesia y fenicia.La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concepción Sanmartín, ha expresado la emoción que le produce esta pieza ahora restaurada y que se mostrará en el Arqueológico de Sevilla, en una nueva sala dedicada al Tesoro del Carambolo y la cultura tartésica.También que las vísceras y carne de animales se ofrecían ya asadas, probablemente en bandejas metálicas, ya que no se han hallado microcarbones, lo que elimina la posibilidad de combustión sobre el altar.Hallazgos como el de este altar demuestra, según Sanmartín, que los fenicios y la población autóctona convivían también en el interior de la Península y no solo en las costas, como se pensó durante años.Tras cinco o seis generaciones de convivencia, como han demostrado otras investigaciones sobre cerámicas y orfebrería, Sanmartín ha señalado que quizás habría que hablar sólo de tartesios, por la integración de los fenicios.
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