En la localidad de Magacela, asentada sobre un cerro piramidal, en la comarca de La Serena, encontramos este curioso dolmen con distintos grabados antropomorfos, zoomorfos e incluso solares, además de cazoletas. Este municipio es muy rico en testimonios del pasado, pues aquí se halló la famosa estela conocida como del Ermitón o del Guerrero y que hoy reposa en el Museo Arqueológico Nacional. Muy cerca también, en la conocida como Sierra de Magacela encontramos importantes pinturas rupestres, pero éstas merecen una entrada aparte, por lo que hoy nos centraremos únicamente en el monumento megalítico.
La cámara del sepulcro megalítico, construida con 12 bloques de granito, es lo único que se conserva de un dolmen de corredor mucho más complejo. Mide algo más de 5 m de diámetro, a lo que habría que sumar la longitud del pasillo de acceso a su interior, que alcanzaba los 9.30 m por 1.70 de ancho. Las losas de éste han sido reutilizadas en construcciones del entorno.
Todo el dolmen se encontraba cubierto por una enorme masa tumular, no quedando al descubierto ninguno de los monolitos de piedra. El acceso al interior de la cámara sepulcral, tras salvar el corredor, se efectuaba a través de los dos monolitos más altos, orientados al este. Precisamente en este aspecto se manifiesta el simbolismo astral del monumento, así como en los grabados de su interior (sol, cazoletas). La cubierta del espacio de enterramiento, capaz de cubrir una superficie tan grande, pudo ser solucionada mediante falsa cúpula de pequeñas piedras, o bien con una gigantesca losa.
El sepulcro data del IV-III milenio a. de C., durante el periodo Neolítico-Calcolítico, si bien pudo ser reutilizado hasta bien entrada la Edad de Bronce.
(Texto del cartel explicativo junto al dolmen)
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