Uno de los castros vetones más espectaculares en cuanto a su ubicación -pues se encuentra en un soberbio paisaje de montaña, con la Sierra de Gredos de escenario- es el Castro de El Raso de Candeleda; en este antiguo poblamiento se han hallado una serie de objetos, supuestamente de uso cultual, entre los que se encuentran una serie de exvotos de bronce de factura ibera, que el autor que hoy traemos, compara a los hallados en el santuario de Collado de los Jardines, en Despeñaperros. Esto supone un claro contacto entre las etnias del centro peninsular y los iberos del mundo mediterráneo y sur peninsular, lo que demuestra que pueblos como el vetón no se encontraban tan "incomunicados" con los prósperos iberos. Tampoco nos tiene que extrañar, cuando es bien conocido el contacto Norte-Sur existente a través de la Vía de la Plata mucho antes de la llegada de los romanos, donde gentes de distinta procedencia peninsular intercambiaban no sólo metales, sino objetos, ideas y creencias que se extendían, seguramente, en un gran radio alrededor de la misma.
Otro aspecto que nos acerca a manifestaciones rituales es la utilización de vasos rituales, como se desprende de su hallazgo en el yacimiento del Raso de Candeleda. En el castro se recuperó un pebetero, bajo una de las casas, circunstancia que ha hecho pensar en su relación con algún rito fundacional. En este mismo yacimiento se obtuvo también un fragmento de kernos que nos habla de prácticas ceremoniales en las que se realizaba la libación de determinados líquidos. Si la mayoría de las manifestaciones religiosas de los pueblos de la Meseta nos reflejan una clara vinculación con la Europa continental, la presencia de algunos exvotos de bronce, similares a los del área de Despeñaperros, indica una permeabilización a costumbres propias del mundo ibérico. Estas figuras de bronce que representan personajes oferentes, muchos de ellos de marcado carácter fálico, aparecen sobre todo en las zonas más intensamente iberizadas, en especial, la provincia de Ciudad Real y, en general, en la Submeseta sur; pero las encontramos también en Raso de Candeleda, donde se han obtenido además otros objetos de claro signo meridional, como es el fragmento de un braserillo ritual con manos cruzadas.
("De la protohistoria a la conquista romana", Luis Suárez Fernández, 1991)
Es verdad que conservamos cierta idea de que estos pueblos antiguos, y en especial los del interior peninsular, se constituían en sociedades cerradas a todo intercambio e influencia foránea.
ResponderEliminarLuego lees que se han encontrado vasos campaniformes de similar factura desde Portugal hasta Ucrania, en una era bastante anterior a este castro, y te descoloca.
Un saludo Argantonios y felicidades por tus siempre interesantes entradas.
Buen ejemplo el de los vasos campaniformes, otro también que podría valer, de tiempos más antiguos a los citados en esta entrada, sería el de los megalitos, que se pueden encontrar desde Europa hasta el mismo Japón. Aunque aquí existen teorías dispares sobre su origen, pues algunos piensan que pueden tener un origen común desde un mismo foco de expansión, mientras otros creen que el origen de estas construcciones no estuvo centralizado en un único lugar y pudo desarrollarse en puntos lejanos sin ninguna conexión entre sí. Sea una cosa u otra, ahí queda abierta la discusión, porque lo que sí está claro, aunque es mucho lo que se desconoce, es que había más comunicación entre pueblos lejanos, en tiempos remotos, de lo que nos creemos. El caso que citas es un buen ejemplo de ello.
ResponderEliminarUn saludo también para ti, Papandreu, y un placer poder contar con tus participaciones