El milenario culto al árbol, que aún tiene su huella en muchos rituales y festejos de la Península Ibérica, es nuestro protagonista de hoy. Nos acercamos a Vizcaya, donde todos los "Señores de Vizcaya" juraban respetar los fueros vizcaínos ante sus árboles sagrados, entre los que se encontraban los de Arechabalaga y Guernica. En concreto, el roble de Guernica sigue siendo un símbolo no sólo para los vizcaínos, sino para los vascos en general. Juan Aranzadi, del que hoy traemos unas líneas de su obra El milenarismo vasco, explica que es tal la importancia del roble, que incluso el término existente en euskera 'artiz' -o 'haritz' como aparece en los diccionarios actuales-, para nombrar a este árbol, se hacía extensivo para designar la palabra 'árbol', en genérico, e incluso la palabra 'bosque'. Algo parecido a lo que ocurre en el indoeuropeo, donde en el griego y las antiguas lenguas celtas la palabra 'árbol' y la palabra 'roble' tienen la misma raíz. Queda así patente, con el ejemplo que traemos, la gran importancia -llegando a lo sacro- que este árbol tuvo desde la Antigüedad hasta la actualidad.
Nuevo árbol de Guernica, el anterior murió en 2004
Es obvio que esta significación jurídico-política del roble en el País Vasco tiene unas raíces religiosas previas: chocar los Fueros y el Señorío bajo el patronazgo del roble equivale a dotar a tales instituciones de una sanción religiosa, supone su sacralización. Y es que, en efecto, abundan los testimonios etnográficos y folclóricos de que, desde muy lejanas épocas, el roble ha sido en el País Vasco un árbol sagrado, con la particularidad de que ‘en vascuence ocurría los mismo que ocurría en indoeuropeo, que las ideas de bosque, árbol y roble estaban estrechamente relacionadas, que la palabra aritz significa roble o árbol genéricamente en alto navarro y vizcaíno.
(Juan Aranzadi)
Escudo del antiguo Señorío de Vizcaya con el roble como figura
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