jueves, 25 de noviembre de 2010

Altar rupestre en el Santuario celtibérico de Mohorte, El Valle de Altomira

Hace tiempo hablamos de un santuario celtibérico al que algunos bautizaron como "de Taranis", pues una gran roca, que preside el paraje, tiene la forma de cabeza de serpiente y ya se sabe que este animal era asociado por los celtas -junto a otros- al dios Taranis. Es más, si se contempla 'in situ', y se le echa un poquito más de imaginación, se puede ver incluso la forma de una serpiente enroscada. No sabemos si estamos o no ante una verdadera consagración a este dios aunque así titularamos la entrada dedicada a este lugar de una forma un tanto atrevida, pues no existe apenas constancia de culto a este dios entre los celtíberos y sí, por ejemplo, entre los galos y, dentro de la península, sobre todo entre los astures. A pesar de esto, por su concepción, se puede decir, de dios pancéltico no sería nada extraño que entre los celtíberos también recibiera culto dicha divinidad, sobre todo si comprobamos su similitud a otros dioses indoeuropeos como el Thor germánico, el Zeus griego o el Júpiter romano, pues en él se agrupaban atributos comunes a estos otros como el trueno, la luz y el cielo.
















Altar rupestre de Mohorte

Dejando aparte la hipotética adscripción o no de este santuario a dicho dios, tenemos que decir que, durante nuestra reciente visita al lugar, pudimos comprobar un dato más que desconocíamos -de ahí nuestra nueva mención de hoy-, seguramente por una mala interpretación de las fuentes que manejamos en su momento, y es la existencia de un altar rupestre de los conocidos como "altares de sacrificios" con una morfología bastante similar a otros ya conocidos y nombrados en este lugar. En el se aprecian los mismos elementos que en los otros: escaleras, canalizaciones, cazoletas, agujeros que atraviesan por completo ciertas partes de la roca, etc. El "complejo" sagrado no se reduce únicamente a este altar y a la roca con forma de serpiente que preside aquel lugar, sino que existe un conjunto de cuevas artificiales de las que se desconoce su origen y que muy probablemente hayan sido usadas por distintos motivos -no sólo cultuales- en muy distintas épocas. En los alrededores, es importante destacar también una especie de agujeros excavados en la roca, como en forma de hornacinas, sobre los que existen distintas especulaciones, pues no está nada claro el uso que pudieron tener, aunque la intuición al verlas te hace creer que no tuvieron una función práctica sino más bien de culto. Hemos comprobado con posterioridad que incluso se han llegado a identificar con "el culto de las cabezas cortadas", pues una de las especulaciones toma dicho camino afirmando que bien pudieron ser usados como cubículo para mostrar las cabezas cortadas en los rituales que allí pudieran celebrarse. Por último, pudimos comprobar como la "cabeza de serpiente" se encuentra en su parte superior totalmente cubierta de agujeros artificiales conocidos como cazoletas, lo cual nos indica que quizás ya fuera un lugar sagrado para moradores muy anteriores a los propios celtíberos, pues se dice, que el elemento cultual de la cazoleta probablemente encuentre su origen en el Neolítico, aunque es posible que en la Edad del Hierro se continuara usando como elemento propio de los rituales. Fuera del contexto histórico protagonista de esta entrada, tenemos que decir que en aquel paraje conocido como Mohorte -nombre que tuvo una antigua población allí situada y abandonada en el medievo- existe un buen conjunto de tumbas rupestres antropomorfas.
















El cristianismo en todo momento intentó cercenar y son constantes las menciones en los concilios de Toledo que hablan de este tipo de ritual en esta zona, de la gente que encendía antorchas y veneraba las piedras, veneraba las fuentes de agua y veneraba los árboles.
(Juan Carlos Sánchez, arqueólogo)

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