Hoy repetimos visita a tierras burgalesas, en este caso camino de la antigua, mítica y maltratada Cantabria, tras las huellas -o más bien los vuelos- de las brujas y sus aquelarres. Ya se sabe que detrás de leyendas sobre brujas, diablos y demás seres "malignos" hay mucho más que se trató de ocultar. Pero dejemos que los que saben nos transporten a la laguna de Cernégula.
Si salimos de Burgos por la carretera de Santander deberemos seguirla a los largo de unos 13 kilómetros hasta poco después de haber pasado el pueblo de Sotopalacios. Al poco trecho, el paisaje se vuelve inhóspito, llano, seco. Hemos entrado en el Páramo y no podemos por menos -yo no puedo, al menos- que sentir el viento arrasándolo todo, aunque el día sea calmoso. No sé exactamente si será por esa sensación por lo que se ha asociado a estos parajes la presencia de brujas, pero lo cierto es que parece que andaban -o volaban- por aquí. Y que las de Cantabria venían a reunirse en el aquelarre que se celebraba en los alrededores de la charca de Cernégula, que encontramos a unos 25 kilómetros después de haber tomado la carretera, al remontar la curva que hay pasado el pueblo chiquito y chato, con apenas setenta habitantes censados.El llano de Cernégula tiene sus horas. Yo he pasado por él varias veces, pero nunca me ha causado tanta impresión como cierto día de invierno en el que, viniendo en sentido contrario al que llevamos ahora, alcancé la cuesta a la caída de la tarde, cuando el sol se ponía hacia el lado de Masa. Había un rebaño de ovejas que regresaba a la aldea y, en la distancia, parecían piedras que se iban moviendo acompasadamente, dándole la vuelta a la charca, proyectando unas sombras largas que ondulaban sobre la hierba seca y cubierta parcialmente de nieve. Ya sé que sería ideal marcar en estas guías el momento preciso para apreciar debidamente un lugar, pero tendremos que reconocer todos que esto es imposible y que, en general, más vale dejar al azar la suerte de encontrar el lugar preciso en el instante oportuno.
(Juan G.Atienza)
Páramo en los alrededores de la laguna de Cernégula
La mítica Charca de la Brujas, también conocida popularmente como ‘La Charca’ o ‘La Pila’, es lugar de aquelarres y conciliábulos brujeriles,. Se alimenta de aguas pluviales y procedentes del deshielo. En invierno con una gruesa capa de hielo permite patinar y aunque su nivel disminuye en veranono no se la conoce seca.
En la laguna de Cernégula se reunen las brujas de Castilla, gritaban entonces:
" Sin Dios y sin María, ¡ Por la chimenea arriba ! ", y se echaban a volar.
"Todos los Sábados las brujas de Cantabria... tras churrar (uuuyyyy!)... en las cenizas del hogar y al grito de... ‘¡Sin Dios y sin Santa María, por la chimenea arriba!’... parten volando en escobas o transformadas en cárabos... rumbo a Cernégula... donde celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino... para... luego del bailoteo, chapuzarse en una charca de agua helada...
Se dice que en una gruta cercana a Suances... junto a una bolera de oro soterrada... Allí, las brujas celebran su aquelarre... o parten en humeante enjambre hacia Cernégula... lo que explica el cantar:
‘De la cueva de Ongayo salió una bruja con la greña caída y otra ‘brujuca’. Al llegar a Cernégula ¡válgame el cielo! un diablo cornudo bailó con ellas. Por el Redentor, por Santa María, con el rabo ardiendo ¡cómo bailarían...!"
Las brujas de la región se reúnen en un claro del bosque, sobre una loma... escoba y con el poder del "unto" que guardan acuden al aquelarre de Cernegula,...
(Wikipedia)
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