Los nuberos, nuberus o nubeiros son personajes de la mitología asturiana, mitología cántabra y gallega. Se los llama de las tres maneras respectivamente según qué mitología.
Controlan el tiempo a su voluntad y se divierten provocando tormentas y tempestades, lanzando centellas a los animales y arruinando las cosechas de los hombres con el granizo. Estos hacedores y rectores de inclemencias no dudarán en utilizar los rayos como armas si son atacados o molestados.
Entre las gentes de Cantabria y Asturias se les tiene temor por los destrozos que producen en los pueblos y a ellos se les atribuyen las temidas noches de aguaceros y tempestades. Es por ello que durante las horas de oscuridad los lugareños encienden cirios y hacen tañir las campanas para ahuyentarlos.
Al contrario que a los ventolines, los pescadores temen a los nuberos pues les culpan de las terribles galernas del Cantábrico, que les hacen regresar apresuradamente a puerto, donde les esperan las preocupadas gentes.
En Asturias son representados como hombres altos (según Aurelio del Llano, no para otros) de aspecto envejecido, grisácea barba, ancha boca, vestimenta oscura (de pieles, normalmente) y un gran sombrero picudo de ala ancha. Se los considera feos, diciéndose de forma popular que se es más feo que el nuberu. También existe otro dicho sobre los lugares de aspecto tenebroso que hace referencia al carácter malévolo que se le atribuye en Asturias: tien cara de nuberu.
Algunos estudiosos relacionan al nuberu con el dios escandinavo Odín o el germano Votan, en cuanto a que una de las muchas atribuciones de este es la de dirigir las tormentas, y a la descripción física del nuberu. Muchas de las descripciones retratan al nuberu asturiano como tuerto, una de las características de Odín. También existen muchos paralelismos con el Entiznáu de la mitología hurdana, con el que comparte incluso rasgos de su indumentaria.
En Asturias, otro de los nombres que otorga la tradición al nuberu es el de Xuan Cabritu. Según se cuenta, vive con su mujer e hijos en lo alto de una montaña en una ciudad cubierta de nubes, y cuando sale de allí es para descargar tormentas y aguaceros sobre la gente. Algunos autores sitúan su casa en las cumbres entre Asturias y León, en una casa de tierra.
También existen versiones del cuento que sitúan su vivienda en lugares lejanos como Egipto.[2] Sin embargo, no existe constancia de la presencia de mercaderes fenicios en Asturias como para llegar a esta conclusión, así que pudiera tratarse del resultado de la tendencia de la época sobre la que advertía Menéndez Pidal de orientalizar mitos pertenecientes en realidad a las tradiciones celta o germánica.
En Cantabria la tradición los describe como geniecillos traviesos y ladinos, de aspecto diminuto, cuerpo orondo y cara pérfida, montados siempre en plomizas nubes.
(Wikipedia)
en muchos lugares de asturias tocan las campanas dela iglesia para desviarlo todavía hace poco se hacía en Cezana cuya campana lleva el nombre de la perrina
ResponderEliminarMuchas gracias, Loli, por tu aportación. Tiene mucho encanto saber que esas tradiciones aún siguen vivas después de años y años e incluso siglos y siglos, aunque por desgracia muchas están desapareciendo. Al menos está bien que quede constancia de ellas.
ResponderEliminarUn saludo
Yo dejo mi comentarío para decir que en Castilla también tenemos está tradición y que los denominamos; Nubleros, nublaos, nuberos, reñuberos
ResponderEliminarMuchas gracias por la información que aportas, no es extraño que así sea por la proximidad entre unas y otras tierras, pero desconocía que en Castilla también existiera dicha tradición. Muchas gracias de nuevo por tu aportación.
ResponderEliminarUn saludo