martes, 29 de septiembre de 2009

Noja y Noé

Hoy, de Cantabria, traemos una leyenda, que aparentemente no tiene nada de real, al menos en cuanto a su forma bíblica, y que seguramente tampoco tiene que ver con el origen etimológico del topónimo de Noja, pero que puede que oculte algún otro elemento que la ortodoxia aún no ha sido capaz de descifrar.

















La playa, en la bajamar, está erizada de peñascos negros que se meten mar adentro formando una especie de barrera natural protectora. Pero no es la playa misma la que nos va a mostrar algo, sino la leyenda noética que se cuenta de ella. Aquí fue otro lugar donde desembarcó, según el mito popular, el patriarca Noé después del Diluvio Universal. Por eso Noja tomó de él su nombre. Dicen que por aquí plantó su primera viña y se emborrachó.
Como ya hemos tenido ocasión de ver en el caso gallego de Noya, la tradición noética coincide con centros mágicos de arraigada mítica popular y de características prodigiosas que vienen, muy a menudo, desde la prehistoria. Aquí podemos comprobar, si queremos, que absolutamente todos los santuarios prehistóricos de esta provincia tan rica en hallazgos se encuentran, en cierta manera, en torno a este preciso lugar. Y todavía hay más: el mito del vino tiene también su razón palpable, ya que ese lugar de Limpias por el que hemos pasado anteriormente -muy cercano a estas playas- fue llamado en su día "la Rioja de la Montaña" porque, según se decía, sus caldos eran comparables a los mejores que se dan en la Península. Por desgracia, una epidemia acabó con las vides noéticas y hoy no queda de ellas más que el recuerdo de una leyenda que pudo tener sus visos de verdad remotísima.
Hay todavía otro rasgo curioso en este lugar de Noja, emparentado con la leyenda, aunque en apariencia nada tenga que ver con ella. Noja fue sede y cuna de una familia muy importante de Cantabria, la de los Velasco -uno de sus miembros fue virrey y condestable de Castilla-, cuyo origen les hace descender de remotos invasores normandos que se asentaron en estas tierras. Lo coincidente de este hecho es que, si vamos revisando el mapa de las invasiones normandas de los primeros tiempos de la Edad Media, comprobaremos sin esfuerzo que los puntos preferentes de desembarco coincidían también -en Galicia como en Portugal o en Andalucía- con esos lugares en los que se daba de modo particularmente verosímil el mito del desembarco remoto de Noé y, en consecuencia, las bases de una tradición cultural noética aferrada tanto al pueblo como a los ocultistas heterodoxos.
(Juan G. Atienza)

lunes, 28 de septiembre de 2009

A Costa da Morte y el culto a la piedra

Hoy volvemos a la mágica Galicia, en concreto a uno de sus corazones en cuanto a magia y tradición se refiere, la Costa de la Muerte -A Costa da Morte-. Esta se extiende desde Finisterre hasta Malpica, franja costera que encierra numerosas historias de naufragios y rituales de origen pagano, que es por lo que hoy traemos a colación dicho litoral.
El culto a la piedra, tan extendido entre los pueblos antiguos, sobre todo entre los de origen celta, es el elemento sagrado más extendido en Costa da Morte.
















Finisterre

En A Costa da Morte hay una serie de lugares que por la riqueza legendaria que conservan se puede afirmar que allí se practicaba algún tipo de culto pagano. Esta religiosidad pagana hace referencia sobre todo al culto a las piedras, como se puede comprobar en las leyendas sobre el Monte Pindo, el Monte de San Guillerme (en Fisterra) y las Piedras de Muxía. Pero además aparecen otros cultos a elementos naturales, como el sol, el mar o las serpientes. Uno de los hechos que nos muestra la fuerza de estas antiguas divinidades es el interés que la iglesia católica puso en cristianizar estos lugares, lo que dio origen a santuarios tan importantes como el Cristo de Fisterra o la Virxe da Barca de Muxía.
















Iglesia de la Virgen de la Barca, Muxía. Alrededor de un santuario precristiano, de culto a la piedra, se creó la leyenda de una virgen llegada en una barca, de ahí el nombre.

La piedra, para los primitivos, era símbolo de la invariabilidad, a diferencia de otros elementos de la naturaleza sujetos a cambios. Por tener esa propiedad, transciende de la precaria cualidad humana, que también está sometida a este proceso de cambio, muerte y desaparición. Pero la piedra tan sólo será objeto de adoración o culto en la medida que se relacione con un hecho transcendente que le otorgue sacralidad. Por lo tanto, no se adora a las piedras por el simple hecho de su constitución, sino por una simbología que representa debido a su forma, tamaño, origen, etc. La importancia que tuvo el culto a las piedras en esta parte del noroeste peninsular no fue sólo debido a la variedad de formas que adquieren en estos lugares los granitos, sino por ser para los antiguos el fin de la tierra conocida; y según la creencia de los pueblos celtas, próximo al Alén, para quien el Más Allá, se encuentra en una isla de occidente, denominada Tierra de la Juventud, donde no se conocía la muerte y la felicidad era eterna.
(Daimon, celtiberia.net)

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La cueva de la Graja

Nos vamos a tierras jienenses para encontramos, una vez más, una sobreposicón de elementos cultuales. Los de Jimena veneran una virgen cuya ermita se encuentra justo debajo de lo que fue un auténtico santuario prehistórico, la cueva de la Graja.





La cueva de la Graja, casi inaccesible por la dificultad del camino que conduce hasta ella, ha revelado la existencia en su interior de pinturas prehistóricas muy curiosas, de las que se ha dado en llamar esquemáticas.A mi modo de ver, la clasificación es simplista, porque cada caverna-santuario posee su propia personalidad y tuvo, en su momento, su específico culto o su particular dedicación.



En el caso de la cueva de la Graja, merecen especial antención las figuras humanas, compuestas en su mayor parte por unos brazos que constituyen una especie de forma circular en torno al cuerpo estilizado y lineal, conviertiendo la figura humana en un símbolo del que eventualmente se distinguen cabelleras radiantes (¿auras?) y hasta formas insólitas de cabezas triangulares, lineales y de extrañas perspectivas.



No creo que sea inútil recordar, además, que la cueva -lo mismo que otra que se encuentra en Miranda del Rey- recibe el nombre de la Graja. Aparte de ser un animal corriente en estas latitudes, no estará demás que tengamos en cuenta que la graja o el cuervo son aves que, en su momento, representaron a los maestros portadores del conocimiento, y que hay innumerables historias de eremitas solitarios a los que un cuervo o una graja les llevaban el pan espiritual con el que se alimentaron.
(Juan G. Atienza)


martes, 22 de septiembre de 2009

Cernégula y sus aquelarres

Hoy repetimos visita a tierras burgalesas, en este caso camino de la antigua, mítica y maltratada Cantabria, tras las huellas -o más bien los vuelos- de las brujas y sus aquelarres. Ya se sabe que detrás de leyendas sobre brujas, diablos y demás seres "malignos" hay mucho más que se trató de ocultar. Pero dejemos que los que saben nos transporten a la laguna de Cernégula.

















Si salimos de Burgos por la carretera de Santander deberemos seguirla a los largo de unos 13 kilómetros hasta poco después de haber pasado el pueblo de Sotopalacios. Al poco trecho, el paisaje se vuelve inhóspito, llano, seco. Hemos entrado en el Páramo y no podemos por menos -yo no puedo, al menos- que sentir el viento arrasándolo todo, aunque el día sea calmoso. No sé exactamente si será por esa sensación por lo que se ha asociado a estos parajes la presencia de brujas, pero lo cierto es que parece que andaban -o volaban- por aquí. Y que las de Cantabria venían a reunirse en el aquelarre que se celebraba en los alrededores de la charca de Cernégula, que encontramos a unos 25 kilómetros después de haber tomado la carretera, al remontar la curva que hay pasado el pueblo chiquito y chato, con apenas setenta habitantes censados.El llano de Cernégula tiene sus horas. Yo he pasado por él varias veces, pero nunca me ha causado tanta impresión como cierto día de invierno en el que, viniendo en sentido contrario al que llevamos ahora, alcancé la cuesta a la caída de la tarde, cuando el sol se ponía hacia el lado de Masa. Había un rebaño de ovejas que regresaba a la aldea y, en la distancia, parecían piedras que se iban moviendo acompasadamente, dándole la vuelta a la charca, proyectando unas sombras largas que ondulaban sobre la hierba seca y cubierta parcialmente de nieve. Ya sé que sería ideal marcar en estas guías el momento preciso para apreciar debidamente un lugar, pero tendremos que reconocer todos que esto es imposible y que, en general, más vale dejar al azar la suerte de encontrar el lugar preciso en el instante oportuno.
(Juan G.Atienza)
















Páramo en los alrededores de la laguna de Cernégula

La mítica Charca de la Brujas, también conocida popularmente como ‘La Charca’ o ‘La Pila’, es lugar de aquelarres y conciliábulos brujeriles,. Se alimenta de aguas pluviales y procedentes del deshielo. En invierno con una gruesa capa de hielo permite patinar y aunque su nivel disminuye en veranono no se la conoce seca.
En la laguna de Cernégula se reunen las brujas de Castilla, gritaban entonces:


" Sin Dios y sin María, ¡ Por la chimenea arriba ! ", y se echaban a volar.
"Todos los Sábados las brujas de Cantabria... tras churrar (uuuyyyy!)... en las cenizas del hogar y al grito de... ‘¡Sin Dios y sin Santa María, por la chimenea arriba!’... parten volando en escobas o transformadas en cárabos... rumbo a Cernégula... donde celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino... para... luego del bailoteo, chapuzarse en una charca de agua helada...

Se dice que en una gruta cercana a Suances... junto a una bolera de oro soterrada... Allí, las brujas celebran su aquelarre... o parten en humeante enjambre hacia Cernégula... lo que explica el cantar:

‘De la cueva de Ongayo salió una bruja con la greña caída y otra ‘brujuca’. Al llegar a Cernégula ¡válgame el cielo! un diablo cornudo bailó con ellas. Por el Redentor, por Santa María, con el rabo ardiendo ¡cómo bailarían...!"

Las brujas de la región se reúnen en un claro del bosque, sobre una loma... escoba y con el poder del "unto" que guardan acuden al aquelarre de Cernegula,...
(Wikipedia)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Necrópolis medieval de Palacios de la Sierra y otras del alto Arlanza

Hoy nos acercamos a uno de los lugares más ricos en yacimientos arqueológicos, paleontológicos no sólo de la península sino de gran parte de este planeta. No en vano nos encontramos en la sierra de la Demanda, donde se encuentra el yacimiento de restos homínidos más importante del mundo, como es Atapuerca. Pero en nuestra visita de hoy no nos remontaremos tan atrás, sino que nos quedaremos en el medievo y denunciaremos a través de las palabras de un usuario de celtiberia.net la situación de abandono en que se encuentra la necrópolis de Palacios de la Sierra.
















Puente medieval sobre el Arlanza a su paso por Palacios de la Sierra

Pocos pueblos de la provincia pueden presumir de un patrimonio arqueológico tan rico y variado como el de Palacios de la Sierra. Desde los hallazgos de bifaces achelenses del Paleolítico Inferior, hasta los restos de un puente romano sobre el río Vadillo y otro de obra medieval sobre el Arlanza, pasando por numerosas necrópolis altomedievales.
En la conocida como El Castillo, situada en una colina que domina el pueblo se ha localizado la mayor necrópolis medieval española. Sus 434 tumbas formadas por lajas y losas monolíticas y el impresionante conjunto de estelas funerarias la mayoría decoradas con signos, leyendas y dibujos mágicos y misteriosos hablan de la importancia del yacimiento.
(www.infoagro.com sobre la Sierra de la Demanda)


















Zona despoblada correspondiente con el cerro del Castillo, donde se encuentra la necrópolis. Dicho cerro fue ocupado en época celtíbera y romana.

La necrópolis en cuestión es una de las que tanto abundan en el valle del alto Arlanza, en la provincia de Burgos. Aunque a la entrada del pueblo hay una señalización indicándonos la presencia de necrópolis, una vez entrado en el mismo ya no encontramos ninguna. La necrópolis se halla en lo alto de uno de los cerros que circundan el pueblo de Palacios de la Sierra, y para llegar hasta ella deberemos servirnos de una poderosa intuición -en caso de ser druidas- o de la indicación de cualquiera de las amables gentes que habitan el lugar.
Una vez ascendido al cerro, pudiera ocurrirnos lo que a mí, que pasé de largo sin observar nada y recorrí todo el cerro hasta llegar a una finca lejana. Debo reconocer que al iniciar el camino de vuelta y fijándome un poquito más no tuve problemas en dar con ella... en fin, despistadillo que es uno.
En cualquier caso, el descuido en que se halla la necrópolis es una pena. En una extensión de terreno desde luego mayor que en otras necrópolis que haya visitado, podemos encontrar multitud de tumbas antropomorfas talladas en roca viva semienterradas, ocultas por la maleza y medio rotas. Una buena limpia del terreno permitiría averiguar la extensión de la necrópolis y la cantidad de tumbas habidas en ella.

(Lacubegus en celtiberia.net)

Hay que mencionar, para finalizar, que en la comarca, a lo largo del Arlanza, se encuentra otras muchas necrópolis medievales, que pese a no haberse documentado en ellas tantos enterramientos como en la de Palacios de la Sierra, sí se encuentran en mucho mejor estado. Así tenemos necrópolis como las de Revenga y Cuyacabras.
















Necrópolis de Revenga

















Necrópolis de Cuyacabras

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Tradición ancestral en el coto de Doñana

Hoy nos acercamos a un lugar de cultos ancestrales. Iba a decir a uno más de los tantos que tenemos, pero no es uno más. Bajo el tinte de la "nueva" religión se ocultan una serie de cultos que quizás hundan sus raíces en los antiguos tartesos o en los célticos cynetes, que no andaban lejos tampoco de lo que hoy en día conocemos como el Coto de Doñana.
Traemos a colación para ello las palabras de Juan G. Atienza, en las cuales se especula con algunos elementos que igual tampoco hubiera que tomarse al pie de la letra -como por ejemplo la mención a los atlantes- pero sí nos sirven para abrirnos los ojos y hacernos mirar más allá de la verja que año tras año aparece en los telediarios asaltada por cientos de fanáticos de un culto que nos cuesta comprender a la distancia.

















Lo llaman el Rocío. Pero ¡cuidado!, junto al Rocío está el coto de la Rociana. Y la rambla de la Rocina. Y la casa de la Rociana. ¿De dónde le viene el nombre? ¿De ese rocío mañanero que aquí es tan raro e insólito? ¿O será de un rocín, que es caballo portador de los saberes de la Cábala? No lucubremos. El Rocío está ahí, con la Virgen más venerada por los andaluces del lado atlántico. Está ahí, precisamente al lado del coto que llaman de Doñana. De doña Ana. Anna. Annán. Danán. Nombre de origen céltico, aunque nos quieran meter de por medio a una señora Ana de-lo-que-sea como dueña remota de estas tierras. Esta doña Ana es la misma Anna del otro río, el Gwadi-Anna, el Guadiana de las tablas de Daimiel. La diosa maestra de los Thuata-de-Danán, los supervivientes atlantes que recibieron los favores de Lug. Y Dannán o Danán o Anna es Tanit, Astarté, Démeter: la diosa maestra conocedora de los dones de la tierra, transmisora de sus saberes a los hombres, en nombre del dios-sin-nombre al que llaman Lug: lo sagrado, lo innombrable. El ser supremo de los ligures.Curioso: a la Virgen del Rocío los andaluces le dedican la romería más espectacular y bullanguera de su tierra. Más curioso: junto al santuario comienza el parque -ahora es parque- donde se albergan y conservan las palmípedas emigrantes, las ocas que fueron sagradas desde la más remota antigüedad y crearon los mitos de la Madre Oca -Ma Mère l'Oie, la Reine Pédauque, la Melusina- de los cuentos iniciáticos. Más curioso aún: la Virgen del Rocío luce -como muchas otras, pero más grande, más inmediata- la Luna a sus pies. La luna del culto lunar, misterioso, telúrico. Culto a las fuerzas que rigen la Tierra por encima de la voluntad de los seres humanos.

viernes, 11 de septiembre de 2009

La Piedra Escrita, Cenicientos

Hoy nos acercamos a una joya sagrada difícil de encontrar. Ésta se encuentra en una finca privada, lo que dificulta la visita. Nunca hay que perder la fe en el hallazgo, pues, cuando ya prácticamente desistíamos de nuestro intento, apareció entre viñedos ante nuestros ojos. El entorno en las primeras estribaciones de Gredos es fabuloso y las formaciones rocosas muy sugerentes, lo que nos hace suponer que anteriormente a que dicha piedra, con forma de menhir de grandes dimensiones, y el bosque circundante fueran consagrados a la protección de la diosa Diana, no es extraño que ya fuera lugar de culto para los vettones, antiguos oriundos de aquellas tierras anteriormente a la llegada de los romanos; aunque no hay constancia de ello, es sólo una intuición de lego en la materia, aparte de que se le atribuye la función de marca divisoria entre territorios, lo cual no casa con nuestra anterior hipótesis, pero sí que da esa sensación, al menos a mi así me ocurrió. Las figuras de Piedra Escrita, pese a estar bastante desgastadas con el transcurso del tiempo, parecían cobrar mayor vida según te ibas alejando unos metros hasta que nos apoyamos para contemplarla en una roca que tiene enfrente con forma de verraco, desde donde las figuras cobraban un áurea muy especial con la luz vespertina.Una vez más, como ocurrió con el altar de sacrificios de la Silla de Felipe II, la doctora Alicia M. Canto nos desentraña los misterios de este vestigio:
























Este megalito de casi 5 m de altura sería un sacellum o santuario rural consagrado a Diana, como lo prueban un antiguo epígrafe retocado y algunos paralelos, y serviría a la vez como hito en la frontera oriental entre Lusitania y Citerior. Su zona trasera, donde se representa una garra de oso, indica además su uso para advertir la presencia inmediata de bosques sagrados....eran muy divergentes (y a veces disparatadas) las interpretaciones funcionales del monumento (hasta llegar a pensar que la gran peña es el único "muro interior" que subsiste en pie de un templo, o que por su "escalera" posterior se subía a hacer sacrificios en lo alto), así como las de los cuatro orificios que presenta en su cara principal, por lo que no me detengo en ellas. En cuanto al epígrafe, el único en ofrecer una lectura fue el citado catedrático de la Univ. de Berkeley R.C. Knapp (autor en 1992 de un buen repertorio de la epigrafía en la Hispania central), quien lo visitó en 1983 y entendió como un lugar convertido en objeto de peregrinación medieval, mostrando la "cristianización post-clásica", del relieve de un monumento romano con ninfas (para él las tres figuras van vestidas con ropa femenina), quizá del siglo II d.C



















Hipotética reconstrucción de Piedra Escrita

Se alza en una suave altura, en el interior de un viñedo salpicado de encinas jóvenes y varios olivos, que ocupan zona algo más elevada, cerca del arroyo al que da nombre. Está a unos 4 km al SO de Cenicientos, que es a su vez el último municipio al SO de la provincia de Madrid, y casi en el linde de la provincia de Toledo. Se trata de una gran piedra natural de granito, aparentemente in situ (lo que llamamos una “piedra nacedera”), por arriba de forma aproximadamente trapezoidal, de unos 5 m. de altura por casi 4 de ancho. En la parte central de su cara norte (en realidad orientada E.-NE.), se labró una hornacina vertical, rehundida entre 16 y 20 cm., de unos 2.40 m. de alto por 1.27 de ancho (la altura total es relativa, por la dificultad de medios para medirla con precisión), con tres espacios bien delimitados: Una cabecera semicircular en forma de concha lisa (más superficial) y dos espacios rectangulares apaisados, que miden en conjunto 1.77 x 1.27 m.En el central se desarrolla la escena principal:

A ambos lados de un ara (quizá trípode para Knapp), definida por bajorrelieve, se disponen tres figuras. La de la izquierda del ara, vestida con ropas femeninas, tiene mayor volumen y prestancia que las otras dos, hacia las que ella mira. Parece llevar cubierta la cabeza por un velo y sujeta en su mano izquierda un urceus, como derramando líquido sobre una pátera, que sostiene la figura que vemos a su derecha. Aún me parece posible distinguir otro objeto, rígido, que sostiene horizontalmente en su mano derecha, por delante del manto, de forma aproximadamente ovalada y compuesto de muchas borlas o cuentas.Las otras figuras están en el lado derecho del ara. De estas dos, la de nuestra diestra es sin duda un varón togado, que, más que pasar su brazo derecho por el hombro de la figura central, está simplemente junto a ella, mientras con el izquierdo parece asirla por un brazo. En torno a su antebrazo y mano pende un objeto de extraña forma y borde inferior dentado, que quizá sea un sistro. La figura central, de ropaje mujeril, que semeja llevar también velo, alarga a su vez el brazo derecho hacia el altar, pareciendo sujetar, como dije, la pátera (parte de la cual se oculta tras el jarrito).
























En conjunto, me parecen un matrimonio que realiza un sacrificio en un altar y ante una diosa, que atiende a su ofrenda y ofrece a su vez una libación. Debo aclarar que, dado el malísimo estado de conservación de los relieves, mi propia descripción queda abierta a otras interpretaciones. Trato en principio de establecer por vez primera el tema que se nos presenta. Cabe, por ejemplo, pensar en una sacerdotisa de la diosa, puesto que liba. Pero su gesto, entre digno y altivo, y su mayor tamaño, llevan a pensar mejor que, aunque más extraño, pueda ser la misma diosa.

El relieve inferior presenta claras señales de haber sido picado recientemente, al menos antes de 1983 (cuando lo visitó Knapp), en casi toda su superficie, que ahora ofrece un aspecto blanquecino. Mirado desde varios puntos, parecen poder distinguirse aún, a la derecha, la figura de una vaca o buey, echada en el suelo, ocupando toda la altura del recuadro y con la cabeza echada ligeramente como hacia atrás. En el lado izquierdo, y con línea de suelo exactamente a la mitad de la altura, se distingue mucho mejor una pequeña ternera o, mejor, una cabra, de frente, con cuernecillos rectos. Puestos en relación lógica con el relieve superior, podrían ser o bien los animales ofrendados en el sacrificio arriba descrito, o bien animales representativos de la divinidad, o ambas cosas. Pudiera haber restos de algunas letras sobre ellos, pero sin ninguna seguridad.

Por último en lo que respecta a esta cara principal, tenemos la inscripción, aparentemente medieval, pero que presenta restos claros bajo ella de una anterior, romana, y que debe podernos resolver el monumento y sus relieves.Así pues, puede proponerse que todo el letrero, ejecutado originalmente en época romana, fue retocado en época medieval o moderna, con trazos sensiblemente menos profundos, para que, en consonancia con la aparente representación de tres mujeres vestidas de largo, se leyera "A las tres / Marías" (del Nuevo Testamento), que es lo que vio el autor norteamericano.

Aún más recientemente, y coincidiendo con los destrozos más arriba citados en el relieve de los animales, todavía el epígrafe ha sufrido algunos piquetazos y raspados, que hacen más difícil si cabe la lectura del original.Creo, pues, que la inscripción es también original y de época romana y, con las reservas del caso, la leo así:

A(nimo) l(ibens) s(olvit votum?) • Sisc(inius?) Q(...?) Dîanae (con la I inscrita dentro de la D)“Sisc(inio?) Q(...?) (consagró este monumento) a Diana, cumpliendo con agrado su promesa.”















Roca frente a Piedra Escrita con forma de verraco

La historia de “Piedra Escrita”, el análisis de su estructura y función, llevan finalmente a poder interpretarlo tanto como unsacellum a una prestigiosa diosa antigua, Diana, venerada también en las zonas próximas y en relación con los bosques sagrados contiguos, como un hito divisorio, en torno al siglo II d.C. Y esto ayuda a su vez, con la colaboración de la función de los verracos, a poder definir mejor la imprecisa frontera entre dos provincias romanas.Pero quizá la más interesante conclusión sea que los campos de la vieja Hispania guardan muchas claves ocultas que un estudio atento, procurando ver a través de los ojos de los antiguos, pueden revelar. Porque, como bien dice otro experto en agrimensura con el quiero terminar este resumen, Boethius, en su Demonstratio artis geometricae (en K. Lachmann, op.cit., 403: Termini vero non sunt omnibus locis, sed infinita sunt multa alia testimonia., que traduzco, un poco libremente: “No en todos los sitios se colocan cipos con inscripciones para marcar las fronteras, pero es casi infinito el número de muchos otros elementos que con el mismo fin se pueden utilizar”. Confío así en que este caso pueda servir a los lectores, aficionados, interesados y más escrutadores, dándoles algunas pistas para el reconocimiento de otros similares en Hispania que ayuden a enriquecer nuestro conocimiento del pasado. Y confío también en que haya a mano entonces autoridades que sepan y quieran protegerlos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El cerro de la Testa, Cabo de Gata

Hoy, Iberia Mágica vuelve a tomar actividad después de este intervalo estival y vuelve con una entrada muy especial para el que esto escribe. En el paraíso de Cabo de Gata, uno de los pocos lugares del litoral mediterráneo ibérico que aún conserva parajes vírgenes, hemos pasado días grandiosos unos cuantos grandes amigos este verano.
Pero adentrándonos en el asunto, en concreto, dentro de Cabo de Gata, nuestra referencia es para el cerro de la Testa, de curioso nombre con el que distintas lenguas de origen latino denominan a la cabeza. Quizás se interpretara dicho cerro como la cabeza del cabo, aunque así se denominaba también a un antiguo recipiente y al caparazón de las tortugas, así algunas se han denominado tortugas testudo. Con un poco de imaginación, o con mucha según se asemeje más o menos verdaderamente, podemos ver incluso la forma del caparazón de una tortuga en dicho cerro.

















Pero etimologías aparte, Avieno nos citó su sacralidad, pues se identifica este cerro de 343 metros de altitud con el que Avieno denominó como Promontorium Veneris. Por lo visto, sobre él se situó un templo desaparecido que los fenicios dedicaron a una diosa que los romanos más tarde interpretaron como la diosa Venus, de ahí el nombre otorgado por Avieno en su Ora Marítima al promontorio. Muchos siglos más tarde, hubo una torre de vigía -la Torre de la testa- a la que, a pesar de lo que dice una cita siguiente, parecen pertenecer unos restos encontrados en el cerro de la Testa.


















Restos, según se dice, de la Torre de la Testa


Ptolomeo se refiere al Cabo de Gata como Charidemou Acra, que viene a significar “promontorio de las cornalinas”, lugar conocido por los navegantes griegos y fenicios que pugnaron por su control.
Con posterioridad, Avieno, en su Ora maritima se refiere a él como Iugum Veneris (Cabo de Venus), en referencia a la diosa de origen tartesio que los romanos identificaron con Afrodita. Para venerarla levantaron un templo en el Cerro de la Testa.
La abundancia de ágatas en el terreno, que había dado lugar al nombre fenicio, hizo retomarlo durante la Edad Media, siendo conocido como Cabo de las Ágatas. Por contracción fonética, acabó imponiéndose el que es empleado en la actualidad

(Wikipedia)
















Vistas desde lo alto del cerro de la Testa con el faro al fondo

La torre de la Testa se encontraba sobre el cerro del mismo nombre, en el Cabo de Gata. La torre se levantó en 1593...Una vez acabada funcionó para vigilancia de la costa hasta que fue derruida en gran parte por el terremoto sucedido el 31 de diciembre de 1658. El privilegiado lugar a 343 metros de altura, se vino utilizando para observaciones, pero sin poder usar la torre, hasta que fue restaurada en 1769.En 1830 estaba dotada con un cabo y dos torreros que habitaban cortijos de la zona. La torre necesitaba de reparaciones, que no se realizaron, por lo que se fue arruinando cada vez más. En 1860 se habló de ubicar el faro en el lugar que ocupaba dicha torre, pero el proyecto cambió y se situó bastante más bajo, en la plataforma del Fuerte de San Francisco donde se encuentra en la actualidad.En los primeros años del siglo XX aún se hablaba de las ruinas de la torre de la Testa, pero en 1932 el arqueólogo alemán Adolf Schulten intentó localizarla y no encontró restos de la torre, que había quedado desaparecida para siempre.
(trabuquito.blogspot.com)






















En la "Ora marítima", de Avieno se explica que después del "Promontorius Pityussa" (punta del sabinar) y del "Sinus Urcitanus" (Golfo de Almería) se llegaba al "Promontorium Veneris" o montaña de Venus (Cabo de Gata). El "lugun Veneris", templo en honor de Afrodita que los romanos después destinaron a su Venus y que debió estar situado en el Cerro de la Testa, en el mismo Cabo.
(parquenatural.com)
 
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